El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, negó este miércoles que el mandatario estadounidense Donald Trump haya calificado a San José como una de las ciudades más inseguras del mundo, como lo reportaron diversos medios inrternacionales.
En su habitual conferencia de prensa de cada miércoles, acompañado por el ministro de Seguridad, Mario Zamora, Chaves aprovechó para lavarse las manos sobre el problema de inseguridad que afecta a todo el país y, de paso, volvió a arremeter contra el Poder Judicial y la Asamblea Legislativa.
“Lo del video es absolutamente claro, Trump dice (…) se nos fue de las manos la violencia en Washington D.C., y eso justifica por qué lo estoy haciendo”, dijo Chaves, citando a Trump.
De inmediato sugirió que los medios de comunicación “mintieron” al afirmar que el republicano puso en la misma categoría a San José que a otras ciudades latinoamericanas que “se consideran las peores del mundo”.
“Esa es la mentira, la insinuación mezquina de los medios, diciendo que Trump estaba atacando nuestra propia seguridad”, añadió el mandatario.
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Lo que dijo Trump
Sin embargo, las declaraciones de Trump, dadas el lunes desde la Casa Blanca, generaron una percepción internacional adversa hacia Costa Rica.
El presidente estadounidense afirmó que “la tasa de homicidios en Washington hoy en día es más alta que la de Bogotá, Ciudad de México o algunos de los lugares que se consideran los peores del mundo”.
En esa misma lista mencionó a capitales como Brasilia, Ciudad de Panamá, Lima… y San José.
“¿Quieres vivir en lugares así? No lo creo. No lo creo”, expresó Trump ante una sala repleta de periodistas.
El discurso de Chaves y la realidad de los datos
Mario Zamora insistió en que Trump en realidad elogió a San José al compararla favorablemente con Washington D.C., lo cual, según él, debería interpretarse como una señal positiva del principal socio de Costa Rica en la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, los datos sobre criminalidad contradicen el optimismo oficial. En 2023, Costa Rica cerró con 907 homicidios, la cifra más alta de su historia.
En 2024, la tendencia se mantuvo con 880 asesinatos más decenas de desapariciones, y en lo que va de 2025 —según datos del OIJ— ya se contabilizan más de 500 homicidios, proyectando un nuevo récord si no se revierte la situación en los próximos meses.
Chaves admitió que hay “enormes desafíos” en devolverle la paz a la ciudadanía, pero afirmó que “desde el primer día” la seguridad ha sido su prioridad, algo que no concuerda con las estadísticas ni con el aumento de la violencia relacionada al crimen organizado y el narcotráfico.
Responsabilidad compartida, pero culpables externos
Lejos de asumir responsabilidad directa por la falta de resultados, el presidente volvió a culpar al Poder Judicial “por liberar a criminales”, y al Congreso “por no aprobar todas las leyes propuestas” por el Ejecutivo.
“Si el Gobierno hace más de lo que la ley permite, meten al ministro a la cárcel”, dijo Chaves en tono defensivo.
Este tipo de retórica ha sido constante en su administración: señalar a otros poderes del Estado como obstáculos, mientras evade autocrítica por la falta de estrategia integral en seguridad pública.
Tampoco mencionó que su gobierno ha desfinanciado programas de prevención comunitaria ni que se ha centrado en discursos punitivos sin fortalecer los sistemas de inteligencia, patrullaje o reinserción.
Grave impacto internacional a Costa Rica
Aunque el comentario de Trump no fue un ataque frontal a Costa Rica, el hecho de que haya incluido a San José en una lista de ciudades altamente violentas puede tener repercusiones en la imagen internacional del país, han concluido analistas.
“Cuando una figura como Trump menciona a San José en ese contexto, aunque sea como comparación, eso se multiplica mediáticamente”, advirtió el politólogo y experto en relaciones internacionales Carlos Murillo. “Empresarios, turistas y organizaciones comienzan a dudar: ¿es Costa Rica realmente segura?”.
El gobierno intentó desviar la atención del contenido de fondo de las palabras de Trump y centrarse en su interpretación técnica del discurso, sin reconocer que la mención refuerza una realidad ya percibida por buena parte de la ciudadanía: la violencia ha escalado peligrosamente.