Políticos hondureños convierten marcha de iglesias en una disputa electoral

La multitudinaria marcha en Honduras, convocada por la Iglesia Católica y la Confraternidad Evangélica como un acto de fe y unidad, es convertida en un escenario donde líderes políticos de oposición y oficialismo impusieron sus narrativas en medio de la crisis electoral.

La multitudinaria marcha en del sábado en Honduras, convocada por las iglesias Católica y Evangélica como un acto de fe y unidad, ahora es utilizada por líderes políticos que transforman el evento en un escenario de disputa. 

En medio de la crisis electoral y la polarización, las narrativas partidistas tratan de imponerse sobre el mensaje original de paz y democracia.

La movilización que se desarrolló en más de 50 ciudades demostró los deseos ciudadanos de tener un país en democracia, libertad, seguridad y mejores oportunidades de futuro. 

Los nacionalistas

Tomás Zambrano, jefe de bancada del Partido Nacional, celebró la marcha como “una nueva Honduras que se levanta”. En su mensaje resaltó frases religiosas como “Bendita Honduras cuyo Dios es Jehová”, vinculando el evento con la identidad cristiana nacional. Sin mencionar a candidatos, proyectó un respaldo implícito a su partido, presentándolo como garante de democracia y valores cristianos en contraste con el oficialismo.

El candidato presidencial del Partido Nacional, Nasry Asfura, definió la movilización como “una increíble muestra de fe”. Con un tono sobrio y sin mencionar a su partido, destacó la democracia y la libertad como pilares nacionales. Su estrategia busca proyectar una imagen conciliadora y de unidad, con el fin de conectar con un electorado amplio en un clima de polarización política.

Los liberales

Desde el Partido Liberal, el diputado Jorge Cálix calificó el evento como “sin precedentes” y advirtió al gobierno que no puede “quedarse por la fuerza”. Incluso comparó a Honduras con Venezuela, apelando al miedo a un posible autoritarismo.

Su discurso, aunque mencionó la unión de las iglesias, politizó abiertamente la marcha al presentarla como resistencia ciudadana contra el oficialismo.

También el oficialismo

La candidata presidencial de Libre, Rixi Moncada, compartió un mensaje en el que combinó referencias a su fe católica y anécdotas familiares con una advertencia: “Que nadie use el nombre de Dios para devolvernos a un pasado de saqueo y corrupción”. Con este recurso buscó humanizarse y neutralizar la narrativa opositora que acusó a Libre de intentar politizar el evento religioso.

El presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, fue más explícito. Afirmó que Rixi Moncada será “la próxima presidenta de Honduras”, destacando la transición histórica “de mujer a mujer” y señalando que su liderazgo fue “forjado por Dios”.

Estas declaraciones convirtieron la marcha en un escenario de campaña electoral para el oficialismo, pese a las advertencias de las iglesias organizadoras.

La movilización, planteada como un acto de fe y unidad, terminó convertida en un espacio disputado por los principales partidos políticos de Honduras.

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