El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, reanudó sus ataques contra Israel al ofender a su primer ministro, Benjamin Netanyahu, a quien calificó como “hijo del demonio” por la ofensiva militar israelí en Gaza.
Las declaraciones del tirano se producen tres días después de que el régimen sandinista declarara a Israel como “enemigo de la humanidad” y rompiera relaciones diplomáticas con el Estado hebreo, en un movimiento mayormente simbólico.
Durante una ceremonia con motivo del 45 aniversario de la policía sandinista, Ortega lanzó duras críticas contra Netanyahu, comparándolo con Adolf Hitler.
“Al frente del gobierno de Israel se encuentra un primer ministro que es hijo del demonio. ¿Por qué? Porque lleva en la práctica una política de terror y es Hitler”, despotricó Ortega en su discurso ante los policías al servicio de su familia.
Y también contra Ucrania
Además, extendió sus acusaciones de “nazis” al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, a quien también llamó “nazi” y “otro hijo de Hitler”.
El ataque verbal de Ortega ocurre en el contexto de la guerra en Gaza, donde Israel mantiene una ofensiva militar contra el movimiento islamista Hamás.
El pasado viernes, Nicaragua anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, una decisión que refuerza la retórica antiisraelí del régimen, pero que no tiene un impacto significativo en los intercambios bilaterales, ya que estos eran prácticamente inexistentes.
Israel no contaba con un embajador residente en Managua y los vínculos entre ambos países eran escasos desde hace años.
Este año Nicaragua acusó ante la Corte Penal Internacional a Alemania, por supuesta “complicidad en crímenes de lesa humanidad” al proveer armamento a Israel, acusación que fue rechazada.
Ruptura simbólica en una relación volátil
La relación entre Nicaragua e Israel ha estado marcada por varios episodios de ruptura y restablecimiento.
Los lazos diplomáticos se habían restablecido el 28 de marzo de 2017, después de que Ortega los cortara en 2010 en respuesta a un ataque israelí contra posiciones terroristas en Gaza.
Previamente, Nicaragua también había roto relaciones con Israel en 1982, durante el primer gobierno sandinista, tras el derrocamiento de Anastasio Somoza en 1979.
Esta reciente ruptura es vista como un gesto más de alineamiento de Ortega con países como China, Irán y Rusia, a los que el mandatario agradeció durante su discurso por su cooperación.
En los últimos años, el régimen sandinista ha estrechado lazos con estos dos actores internacionales, mientras ha intensificado su distanciamiento de las democracias occidentales y de Israel.
Las críticas de Ortega reflejan la postura de Nicaragua en el conflicto de Gaza y su apoyo al movimiento terrorista Hamás.
