La Organización Mundial de la Salud (OMS) es el organismo rector en materia de salud pública a nivel internacional. Su misión de velar por la salud de todos los pueblos sin distinción es loable y necesaria. Sin embargo, en la práctica, esta aspiración se ha visto empañada por consideraciones políticas que han llevado a la exclusión injustificada de Taiwán del sistema de salud global.
El caso de Taiwán es alarmante. Con una población de 23.5 millones de personas, nuestro país ha sido sistemáticamente marginado de la OMS y de sus principales plataformas de toma de decisiones, incluyendo la Asamblea Mundial de la Salud (AMS). Esta exclusión no solo vulnera el derecho fundamental a la salud del pueblo taiwanés, sino que también debilita la arquitectura sanitaria mundial. No puede haber una respuesta verdaderamente integral y efectiva a las crisis sanitarias si se deja de lado a un miembro responsable, competente y dispuesto a contribuir.
Desde 2017, Taiwán ha sido excluido de la AMS debido a presiones políticas. Entre 2009 y 2016, nuestro país participó como observador, con resultados positivos tanto para Taiwán como para la comunidad internacional. Sin embargo, en años recientes, discursos engañosos por parte de altos funcionarios chinos y del director general de la OMS han buscado justificar esta exclusión. Afirmaciones como que “la OMS colabora plenamente con Taiwán” o que “China representa los intereses sanitarios del pueblo taiwanés” carecen de sustento. La realidad es que, entre 2012 y 2024, Taiwán fue invitado a un promedio de apenas siete reuniones técnicas al año, participación que sigue siendo limitada, esporádica e insuficiente.
Cabe destacar que ni la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU ni la Resolución 25.1 de la AMS justifican la exclusión de Taiwán de la OMS. Estas resoluciones no mencionan a Taiwán ni otorgan a la República Popular China el derecho de representarlo en foros internacionales. Solo el gobierno democráticamente elegido de Taiwán puede hablar en nombre de su pueblo.
La ironía de esta exclusión es que Taiwán cuenta con uno de los sistemas de salud más avanzados del mundo. Este año conmemoramos el 30.º aniversario de nuestro programa de Cobertura Sanitaria Universal, implementado a través del Seguro Nacional de Salud (SNS). Desde la prevención hasta la rehabilitación, el SNS ofrece servicios médicos de alta calidad, accesibles para toda la población. En rankings internacionales, como los elaborados por Numbeo y CEOWORLD, el sistema de salud taiwanés ha sido consistentemente clasificado entre los mejores del mundo.
Además, Taiwán ha invertido en salud inteligente, combinando la atención médica con nuestras fortalezas en inteligencia artificial, circuitos integrados y tecnología de la información. Este enfoque innovador nos permite mejorar la toma de decisiones clínicas, identificar factores de riesgo y responder con mayor eficacia ante emergencias sanitarias.
El presidente Lai Ching-te y el vicepresidente Hsiao Bi-khim han dejado clara su visión de un “Taiwán saludable” que no solo atiende a su población, sino que también contribuye activamente al bienestar global. Esta es una visión que compartimos con nuestros socios en todo el mundo, incluyendo Guatemala, país con el que nos une una sólida amistad y cooperación en salud, educación y desarrollo.
Exhortamos a la comunidad internacional a rechazar la politización de la salud global y a apoyar la participación plena, profesional y significativa de Taiwán en la OMS y en la AMS. La salud es un derecho humano universal. Su defensa debe estar por encima de cualquier interés político.
Taiwán está preparado, dispuesto y capacitado para aportar al mundo. Es momento de que el mundo escuche su voz.