Mucho antes de ser proclamado líder de la Iglesia Católica como Papa León XIV, el estadounidense Robert Francis Prevost (ahora también peruano) dejó huella en Centroamérica durante una gira pastoral que lo llevó a Honduras, El Salvador y Nicaragua en 2012, en su calidad de padre general de la Orden de San Agustín.
Durante esa visita, que duró varios días, Prevost conoció de cerca la vida de las comunidades religiosas agustinas y compartió momentos de oración y reflexión con fieles y sacerdotes locales. Su paso por la región hoy cobra nuevo significado, al ser recordado como un momento de cercanía espiritual con quienes ahora lo celebran como sumo pontífice.
Un visitante humilde en Cofradía, Cortés
En Honduras, el entonces superior de los agustinos fue recibido por la comunidad de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en Cofradía, Cortés, al norte del país. Allí, el párroco Luis Alonso García recuerda a Prevost como un hombre “sereno, humilde y sabio”, cualidades que hoy reconoce el mundo entero tras su aparición en el balcón del Vaticano como Papa León XIV.
“El mismo espíritu que vimos en Roma, fue el que transmitió aquí en su visita. Compartió con nosotros como uno más, sin distancias ni protocolos”, dijo García en entrevista con La Prensa de Honduras.
Durante su estancia de 4 días en Honduras, Prevost visitó a las comunidades agustinas, alentando su misión y fortaleciendo el lazo entre la orden y las iglesias locales.
Encuentro con fieles en El Salvador
En El Salvador, la Parroquia Divina Providencia OSA, ubicada en la colonia Atlacatl de San Salvador, fue escenario del encuentro entre Prevost y la comunidad agustina. Su visita fue vista como un gesto de compromiso pastoral y fraternidad, resaltando su cercanía con los fieles salvadoreños.
Allí, también celebró misas, escuchó testimonios de vida y animó a la comunidad a vivir su fe con sencillez, un rasgo que marcaría su futura misión pontificia.
En oración junto al arzobispo de Managua
En Nicaragua, se le recuerda por su encuentro con el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo metropolitano de Managua. Ambos compartieron momentos de oración que hoy son recordados como signos de unidad en la fe.

El viaje de Prevost a la región fue parte de sus visitas regulares a las comunidades agustinas en todo el mundo, pero dejó un impacto especial en Centroamérica, donde su cercanía pastoral, calidez y disposición al diálogo permanecen vivos en la memoria de quienes lo conocieron.
Hoy, como Papa León XIV, aquellos días de 2012 adquieren un nuevo valor: reflejan los orígenes sencillos de un hombre que ahora guía a más de 1,400 millones de católicos desde la Santa Sede.