Los nacimientos en madres adolescentes disminuyeron un 11 % en Costa Rica

Una mirada alarmante pero esperanzadora: el país comienza a mostrar señales de cambio en un fenómeno de impacto regional.

Costa Rica tiene menos embarazos adolescentes.

Durante 2024, Costa Rica registró 4.055 nacimientos en mujeres adolescentes, frente a 4.560 en 2023, lo que representa una disminución de aproximadamente el 11 % en tan solo un año.

Este descenso, revelado por el Ministerio de Salud con base en datos del INEC, marca un punto de inflexión en la dinámica del embarazo adolescente en Costa Rica. Pero ¿es suficiente para hablar de avance real? 

El Instituto Nacional de Estadística y Censos de Costa Rica (INEC) publicó recientemente una infografía detallada que analiza la situación de los embarazos adolescentes en el país, destacando distribuciones geográficas, tasas por cantón y tendencias.

Las autoridades destacan una disminución de casos.

Según esos datos y los registros del Ministerio de Salud, el número total de nacimientos en adolescentes cayó de 4.560 en 2023 a 4.055 en 2024, lo que sugiere un avance de políticas de prevención y educación sexual.

Sin embargo, el fenómeno continúa siendo preocupante en aquellas zonas rurales y en los cantones con menor acceso a servicios de salud y educación. INEC resalta que las tasas de fecundidad en niñas y adolescentes se concentran en municipios con mayores brechas sociales y económicas.

A escala regional, países de Centroamérica como Guatemala, Honduras y El Salvador enfrentan retos similares: embarazos en menores, escasa cobertura de educación sexual y desigualdades territoriales. En este contexto, la caída del 11 % costarricense se vuelve una luz esperanzadora, pero también un llamado a reforzar estrategias que funcionen de verdad en zonas vulnerables.

El estudio también dice qué regiones son las más vulnerables.

Los datos del INEC muestran que los cantones con más nacimientos en adolescentes en 2024 fueron San José, Limón y Alajuela, donde se concentran las cifras más altas de embarazos tempranos. En contraste, cantones como Montes de Oca, Curridabat y Escazú registraron los índices más bajos, reflejando una brecha entre áreas urbanas con mayor acceso a educación y servicios de salud, y aquellas donde la vulnerabilidad social es más marcada.

Otro aspecto relevante del estudio es la condición de pareja de las madres adolescentes. El INEC reporta que una parte importante de estas jóvenes no mantenían una relación estable con el padre del hijo o hija, lo que incrementa la probabilidad de abandono y refuerza los riesgos sociales y económicos para la madre y el recién nacido.

En varios países de Latinoamérica hay penas por casarse o tener una relación con una menor de edad.

Además, los registros revelan que no todas eran madres primerizas. Una proporción significativa ya había tenido un hijo anteriormente, lo que demuestra que la repetición de embarazos en edades tempranas sigue siendo un desafío estructural en Costa Rica. Estos casos representan mayores riesgos para la salud reproductiva y para la capacidad de las jóvenes de continuar con su educación.

El informe también advierte que el embarazo adolescente en Costa Rica no es un fenómeno homogéneo, sino que se cruza con factores como pobreza, falta de oportunidades y desigualdad de género. Por ello, aunque la reducción del 11 % es una buena noticia, las autoridades insisten en que el foco debe mantenerse en las regiones y poblaciones más afectadas, donde persiste una realidad de exclusión que alimenta este problema social.

Mientras Costa Rica celebra una cifra que rompe con la tendencia al alza, el reto ahora es consolidar ese avance a largo plazo y que se replique en toda la región.

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