Mientras Costa Rica iluminó su cielo con 420 drones que ofrecieron un espectáculo cultural y sostenible en el tradicional Festival de la Luz en San José, la capital, Nicaragua reafirmó su política de control absoluto al prohibir el uso de drones civiles, restringiéndolos exclusivamente para fines militares y de espionaje bajo el mando del régimen de Daniel Ortega.
La edición número 27 del Festival de la Luz en San José destacó por un cambio innovador: la sustitución de los tradicionales fuegos artificiales por un espectáculo tecnológico de drones.
Las 420 aeronaves no tripuladas danzaron en el cielo, formando mensajes y figuras que asombraron a los miles de personas congregadas en el Paseo Colón y la Avenida Segunda.
La decisión fue parte de un esfuerzo por proteger a los animales, reducir la contaminación y ofrecer una experiencia futurista y segura a los espectadores.
En contraste, en Nicaragua, los drones están prohibidos para todo uso civil, bajo pretexto de razones de seguridad nacional según una nueva y restrictiva ley de la dictadura Ortega Murillo .
Esta normativa, que incluye sanciones, confiscación y cárcel para quienes violen la prohibición, responde a los temores del régimen de Ortega sobre posibles usos de esta tecnología por parte de opositores, periodistas y organizaciones independientes.
El régimen #OrtegaMurillo presenta iniciativa de Ley para regular medios aéreos, terrestres o acuáticos no tripulados (drones). La iniciativa prohíbe a personas naturales y jurídica el ingresos de drones y obliga a entregar los drones que existen en el país en los próximos 30… pic.twitter.com/Fg99bjz44L
— Amaru Ruiz 🐦 (@AmaruRuiz) December 11, 2024
Los drones se han convertido en herramientas reservadas exclusivamente para las fuerzas de seguridad, que los emplean en labores de espionaje y vigilancia sobre la población en Nicaragua.
Innovación y control: dos caras opuestas
El contraste entre ambos países refleja profundas diferencias en sus modelos de gobierno. En Costa Rica, una democracia consolidada, la tecnología es un recurso para promover la creatividad, la cultura y la sostenibilidad.
Los turistas pueden ingresar con sus dispositivos y las empresas de publicidad, de servicios agro y las autoridades las usan para todo fin, incluyendo rescates y ubicación de animales exóticos.
En el caso del Festival de la Luz, el uso de drones no solo embelleció la actividad, sino que también marcó un precedente en el uso ético y recreativo de estas herramientas.
Por otro lado, en Nicaragua, donde Ortega gobierna bajo un régimen autoritario, la tecnología se percibe como una amenaza que debe ser controlada.
Organismos de derechos humanos han señalado que las restricciones a los drones son parte de un esquema más amplio de vigilancia estatal que incluye la censura digital, el control de las telecomunicaciones y la persecución de periodistas y activistas.
Un cielo que habla de libertad
Mientras los costarricenses aplaudían figuras de estrellas, árboles de Navidad y mensajes de paz en el cielo, los nicaragüenses enfrentan un horizonte controlado, donde hasta el control al espacio aéreo refleja el miedo del régimen a perder el control.
La diferencia entre ambos escenarios no solo habla de la manera en que cada país utiliza la tecnología, sino también del contraste entre una sociedad abierta que fomenta la participación ciudadana y otra que reprime cualquier intento de creatividad o expresión que no esté alineado con los intereses del poder.
El caso de los drones evidencia que la tecnología, en contextos democráticos, puede ser un aliado para la innovación y el bienestar, mientras que, bajo dictaduras, se convierte en un arma para vigilar y silenciar.