Centroamérica enfrenta una intensa ola de calor, con temperaturas que superan los 39 grados Celsius en algunas zonas, como consecuencia de factores climatológicos, estacionales y el impacto acumulado del cambio climático. Los registros más recientes dan cuenta de máximas históricas, especialmente en sectores del corredor seco y regiones costeras.
En El Salvador, la estación de Santa Rosa de Lima, en La Unión, registró este viernes una temperatura de 39.7 °C, una de las más altas reportadas en lo que va del año. Según el Ministerio de Medio Ambiente, las zonas altas del país rondan entre los 20 y 24 grados, mientras los valles interiores se mantienen entre 32 y 40 grados, y la costa entre 30 y 36.
En Guatemala, Petén alcanzó máximas de 37 °C, mientras en la capital el termómetro llegó a los 30 °C. En Retalhuleu y otras regiones bajas, los valores se han mantenido por encima del promedio histórico para este mes, intensificando la sensación térmica.
Honduras también enfrenta condiciones extremas. Para este jueves, autoridades alertaron sobre temperaturas de hasta 40 °C en la zona sur, justo en la fase más intensa de la canícula, periodo caracterizado por la disminución de lluvias en plena estación húmeda.
En Nicaragua, el ambiente caluroso ha sido impulsado por sistemas de baja presión y una vaguada en el Caribe. En la región del Pacífico, las temperaturas oscilan entre 34 y 36 °C en el occidente, 32 a 34 °C en el centro y hasta 32 °C en el sur, acompañadas por vientos de hasta 50 km/h que intensifican la sensación de sequedad y calor.
Costa Rica reportó una máxima de 32.4 °C en el Pacífico sur, mientras en Panamá las temperaturas alcanzan entre 35 y 37 °C en varias regiones, con una sensación térmica de hasta 37 °C en la capital. Pese a las lluvias intermitentes pronosticadas para esta tarde y noche, el ambiente se mantiene caluroso, con rachas de viento que podrían causar afectaciones menores.
Expertos señalan que este fenómeno responde a una combinación de causas: el final de la canícula —una pausa en las lluvias dentro de la temporada húmeda— permite mayor radiación solar, elevando las temperaturas. Además, la presencia del Anticiclón del Atlántico y la influencia de la Oscilación Madden-Julian reducen la nubosidad, mientras que la ausencia de frentes fríos o sistemas tropicales refuerza el calor persistente.
El cambio climático ha amplificado estas condiciones. Estudios recientes muestran un aumento sostenido en las temperaturas promedio de la región, con olas de calor más frecuentes y prolongadas. A esto se suma el efecto de isla de calor urbana y la deforestación, que limitan la capacidad de regulación térmica natural tanto en zonas rurales como urbanas.
Autoridades meteorológicas y de salud han recomendado a la población hidratarse adecuadamente, evitar la exposición prolongada al sol durante las horas más intensas y estar atentos a posibles golpes de calor, especialmente en niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.
El panorama climático para los próximos días indica que las altas temperaturas podrían continuar, con leves variaciones según la región. Mientras tanto, Centroamérica enfrenta no solo un desafío ambiental, sino también una alerta social ante los impactos acumulativos del calor extremo.