El senador Cory Booker, una de las voces más firmes del progresismo estadounidense, prepara su llegada a El Salvador en una misión que trasciende fronteras y tensiones diplomáticas: exigir la repatriación de Kilmar Ábrego García, un salvadoreño residente en Maryland deportado durante la administración Trump, pese a contar con protección judicial.
El viaje de Booker —quien recientemente rompió un récord al hablar durante 25 horas consecutivas en el Senado contra políticas migratorias del expresidente Donald Trump— se suma a una ofensiva demócrata que ya tuvo su primer capítulo con la visita del senador Chris Van Hollen.
Ambos buscan evidenciar lo que consideran una “flagrante violación” de una orden de la Corte Suprema estadounidense.
We must stand firm against Trump’s disregard for the rule of law.
Thank you Chris for your leadership, taking a stand for Kilmar and for all of us. pic.twitter.com/edSJJ3j0Qv
— Cory Booker (@CoryBooker) April 18, 2025
“El Tribunal fue inequívoco: Ábrego debe regresar. La ley no es opcional”, sostuvo Booker esta semana en su cuenta de X, en un mensaje que resonó tanto en Washington como en San Salvador.
Kilmar Ábrego, quien vivía desde hace años en Estados Unidos, fue deportado en marzo de este año a pesar de un fallo judicial que le otorgaba amparo.
Fue arrestado bajo acusaciones de presunta vinculación con pandillas, cargos que organizaciones humanitarias consideran infundados.
Booker espera reunirse con autoridades salvadoreñas y observar de primera mano las condiciones en las que se encuentra Ábrego. El caso ha adquirido un alto perfil político: mientras los demócratas presionan por su retorno, la administración Trump —que ya prepara su campaña presidencial— defiende la deportación y acusa a sus opositores de “priorizar a ilegales sobre ciudadanos estadounidenses”.
También han solicitado viajar los congresistas Adriano Espaillat, Delia Ramírez y Yassamin Ansari.
“Estamos listos para ir cuanto antes”, reza la misiva. Pero el viaje depende del visto bueno del liderazgo republicano en la Cámara de Representantes.
Mientras tanto, en El Salvador, Kilmar Ábrego continúa esperando, encerrado entre acusaciones que muchos en Estados Unidos consideran no solo erróneas, sino inconstitucionales.
Para los demócratas, su historia se ha convertido en un símbolo de todo lo que, según ellos, salió mal durante la era Trump en materia migratoria. Para los republicanos, es una muestra de que sus políticas de seguridad siguen vigentes y necesarias.
La llegada de Booker podría marcar un nuevo giro en esta historia que mezcla política, derechos humanos y diplomacia, en una región donde cada gesto es observado con lupa.