La dictadura sandinista reabrió este martes las heridas del pasado al ordenar, a través de su mayoría parlamentaria en la Asamblea Nacional, la aprobación en lo general de una reforma al Código Militar que subordina jurídicamente al Ejército a la pareja presidencial Ortega-Murillo, y crea una oscura figura: la “Reserva Patriótica”.
Esta fuerza de reserva, que aglutinará a militares retirados y civiles voluntarios, ha sido calificada por especialistas como una antesala de la reactivación del servicio militar obligatorio, una de las prácticas más impopulares y traumáticas del régimen sandinista de los años 80.
En aquellos años, cada barrio de Managua contaba por decenas los velorios de jóvenes que regresaban destrozados en ataúdes sellados desde el norte del país, tras morir en combates contra la resistencia armada campesina.
Más de 50,000 vidas se perdieron en la guerra civil. La reforma actual revive ese espectro, pero con un giro aún más sombrío: someter a las fuerzas armadas a la voluntad política de un matrimonio que lleva 18 años en el poder.
Una fuente especializada en temas de defensa, que pidió anonimato por razones de seguridad, confirmó que las reformas someten directamente al Ejército no solo a Daniel Ortega, sino a Rosario Murillo, quien ostenta el cargo de copresidenta, aunque en los hechos comparte la jefatura de Estado tras una cuestionada reforma constitucional que instauró la figura de la co-presidencia.
“Se está alineando la ley militar con la nueva Constitución, cerrando los márgenes jurídicos para que la institución no se desvíe del cauce político del régimen”, explicó la fuente. “Esto no es una simple adecuación legal: están transformando el Ejército en un apéndice del poder político familiar”.

El punto más alarmante, según este experto, se encuentra en el numeral 2 del artículo 17 de la reforma, que crea las “Fuerzas Militares de la Reserva Patriótica”. Aunque en el papel se presenta como una integración voluntaria, a criterio de los especialistas abre la puerta a un nuevo modelo de servicio militar encubierto.
“Están militarizando a la población”, alertó el especialista.
“Este tipo de estructura permite el adoctrinamiento, el entrenamiento y eventualmente el castigo, incluso con penas del fuero militar, para los que desobedezcan o abandonen estas fuerzas. Eso es control social puro y duro. Ya no bastan los paramilitares de la Policía; ahora el Ejército tendrá los suyos”, explicó.
Los analistas coinciden en que Ortega prepara su salida formal del Poder Ejecutivo, pero deja a su esposa como heredera del control institucional, incluyendo al Ejército, una fuerza que hasta ahora había mantenido cierta distancia respecto a la represión directa contra la ciudadanía.
La reforma continuará su trámite este miércoles, cuando será votada en lo particular. Con el Parlamento bajo control total del oficialismo, su aprobación es un hecho consumado.
De acuerdo con el especialista en temas de seguridad, con esta movida, el régimen reconfigura la estructura militar del país para blindarse ante cualquier escenario futuro, y lo hace reviviendo los fantasmas de una época oscura: la del reclutamiento forzoso, las madres llorando en las calles, y los ataúdes cerrados que llegaban sin nombre ni historia.