La administración del Canal de Panamá, liderada por Ricaurte Vásquez, rechazó rotundamente la “sugerencia” del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de otorgar un trato preferencial a los barcos estadounidenses que transitan por la vía interoceánica y cederle el control del paso al país norteamericano.
En una reciente entrevista con The Wall Street Journal, Vásquez advirtió que tal medida no sólo violaría el tratado de neutralidad del Canal, sino que también pondría en riesgo el orden internacional al fomentar la discriminación en el acceso a la infraestructura global más importante para el comercio marítimo.
“Las reglas son las reglas”
Vásquez fue tajante al afirmar que la política del Canal de Panamá no admite excepciones: “No podemos discriminar a los chinos, ni a los estadounidenses, ni a nadie”, destacó.
De acuerdo con el administrador, ceder a las presiones de Trump implicaría una alteración del equilibrio que garantiza el funcionamiento eficiente y justo de la vía interoceánica, que conecta los océanos Atlántico y Pacífico.
“Esto violaría el tratado de neutralidad, el derecho internacional y conduciría al caos”, agregó.
El presidente electo estadounidense ha manifestado en varias ocasiones su desacuerdo con el Tratado Torrijos-Carter de 1977, que estableció el traspaso gradual de la soberanía del Canal a Panamá.
Trump ha llegado a sugerir que China tiene una influencia desmedida sobre la gestión del canal, una afirmación que Vásquez desmintió rotundamente.
“China no está implicada de ninguna manera en nuestras operaciones”, recalcó, aclarando que aunque una empresa china opera puertos en ambos extremos del canal, la autoridad sobre la vía sigue estando firmemente en manos panameñas.
La soberanía panameña y el compromiso con la neutralidad
Ricaurte Vásquez recordó que el tratado de neutralidad, firmado hace más de cuatro décadas, es un pilar fundamental de la seguridad y estabilidad del Canal de Panamá, que opera bajo principios de apertura e imparcialidad. Bajo este acuerdo, el Canal debe ser accesible sin distinción para todas las naciones, respetando su función como un bien común de la humanidad.
En este sentido, el Ministro de Relaciones Exteriores de Panamá, Javier Martínez-Acha, respaldó el mensaje de Vásquez y aseguró que la soberanía del canal “no es negociable”. En declaraciones recientes, el canciller enfatizó que el control panameño sobre la vía interoceánica es “parte de nuestra historia de lucha y una conquista irreversible”, haciendo clara la postura de su país ante cualquier intento de injerencia externa.
Trump y sus amenazas: de la militarización al control económico
La postura de Trump sobre el Canal de Panamá ha sido un tema recurrente desde su campaña presidencial, y su reciente afirmación de que no descartaría el uso de la fuerza militar para “recuperar” el control de la vía interoceánica refleja la tensión que persiste entre las dos naciones.
Además de sus comentarios sobre el Canal, Trump también ha manifestado su interés en Groenlandia y ha amenazado con usar la “fuerza económica” contra Canadá, lo que ha elevado la incertidumbre sobre las relaciones geopolíticas en la región.
Por su parte, la administración de Panamá ha mantenido un enfoque diplomático firme, subrayando que cualquier intento de cuestionar la soberanía del país sobre su canal será rechazado con determinación. La gestión panameña ha subrayado la importancia de seguir siendo un actor neutral en el comercio internacional, sin favoritismos ni discriminación.
El Canal de Panamá: un símbolo de la autonomía nacional
El Canal de Panamá sigue siendo un símbolo de la soberanía y el progreso del país centroamericano, un logro que, como destacó Vásquez, no solo pertenece a Panamá, sino que forma parte del patrimonio global.
Las autoridades panameñas han reiterado que su compromiso con la neutralidad y la igualdad en el trato a todas las naciones, independientemente de su poder o influencia, es incuestionable.
Mientras el gobierno de Donald Trump continúa planteando propuestas controvertidas sobre el Canal, la administración panameña mantiene su postura firme, recordando que el Canal no es una pieza de ajedrez geopolítico, sino una infraestructura vital para el bienestar y desarrollo de la región y el mundo.