El Parlacen se vuelve escenario de convivios y homenajes a embajadores chinos en la región

Políticos de regímenes izquierdistas se derraman en lisonjas y loas a los representantes de Pekín

Wang Xiaoyao, la embajadora china en Costa Rica, asiste habitualmente a las sesiones del Parlacen en Guatemala, pese a no tener relaciones con ese país.

En un salón de alfombras rojas, con los muros cubiertos de pendones multicolores de Centroamérica, sobresale constantemente la estrella amarilla sobre el fondo rojo de la bandera de la República Popular China en los eventos del Parlamento Centroamericano (Parlacen).

Este foro regional ha acogido durante los últimos tres años una serie de ceremonias que, vistas desde fuera, rozan la teatralidad diplomática. Entre abrazos, medallas y placas conmemorativas y discursos que evocan una hermandad “inquebrantable”, representantes de Nicaragua, Honduras y El Salvador se desviven en alabanzas hacia Pekín.

Detrás de las fotos oficiales y los gestos protocolarios se mueve una dinámica más profunda: una lucha geopolítica en la que China avanza posiciones a través de la llamada diplomacia parlamentaria y en la que Estados Unidos, históricamente el actor dominante en Centroamérica, observa con creciente alarma y tibias sanciones.

El Parlamento Centroamericano, cuyos hilos maneja a su antojo el dictador nicaragüense Daniel Ortega, se ha vuelto un objeto de culto para los embajadores chinos en la región. Y China se ha vuelto un destino de turismo diplomático para los usualmente ociosos diputados del Parlamento Centroamericano.

La expulsión de Taiwán

El 21 de agosto de 2023, el Parlacen se convirtió en el primer organismo regional centroamericano en expulsar formalmente a Taiwán como observador permanente. En una votación impulsada principalmente por la bancada nicaragüense —y en particular por Daniel Ortega Reyes, diputado del Frente Sandinista de Liberación Nacional— se aprobó otorgar ese asiento a la Asamblea Popular Nacional de China.

Ortega Reyes —cuyo apellido suele prestarse a confusión con el del presidente nicaragüense, aunque no existe un parentesco directo acreditado— defendió la medida como una “actualización histórica” que reconoce el principio de “una sola China”.

“Es un acto de dignidad y de respeto a los consensos internacionales”, dijo durante la sesión.

Para Taiwán, en cambio, fue un golpe diplomático duro. La cancillería taiwanesa acusó al régimen de Managua de haber “orquestado” la maniobra como pago de favores a Pekín tras romper relaciones diplomáticas en diciembre de 2021.

Según Evan Ellis, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de EE.UU., esta votación fue “el símbolo más claro de la creciente penetración china en las instituciones políticas centroamericanas”.

“El Parlacen se convirtió en la vitrina donde se oficializó que la región está girando su lealtad hacia Pekín, no solo en relaciones bilaterales sino en foros multilaterales”, explicó Ellis.

El desfile de embajadores chinos y las medallas al mérito

Desde entonces, la agenda del Parlacen se ha poblado de actos públicos destinados a celebrar la amistad con China.

En noviembre de 2024, el embajador de China en El Salvador, Zhang Yanhui, recibió la Medalla al Mérito Centroamericano “Roberto Carpio Nicolle”, la máxima condecoración del organismo. El acto se desarrolló en un ambiente que, según asistentes, mezclaba el boato de la vieja diplomacia con un entusiasmo inusual.

“Hoy reconocemos a un pueblo amigo, un gobierno solidario y un socio que comparte nuestro destino”, proclamó la vicepresidenta de la Junta Directiva, Cecilia Rivera, del oficialismo salvadoreño.

Los aplausos se sucedieron mientras se entregaban pergaminos dorados y fotografías con dedicatorias en chino y español.

La escena no fue un episodio aislado. En febrero de 2025, una delegación de diputados hondureños recibió al embajador Yu Bo en Tegucigalpa con un “almuerzo de cortesía” que incluyó discursos donde se elogiaba la “sabiduría milenaria” de China y su modelo de desarrollo.

En mayo de ese mismo año, la presidenta del Parlacen, Silvia García Polanco, encabezó una misión oficial a Pekín. Allí, la delegación centroamericana fue recibida por el presidente de la Asamblea Popular Nacional y por directivos del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), que financia proyectos de carreteras y puertos en países del istmo.

Un comunicado oficial describió la visita como “un hito en la construcción de la comunidad de destino compartido entre China y Centroamérica”.

El embajador chino en Honduras, Yu Bo, en la oficina del Parlacen en Honduras.

El papel decisivo de la dictadura de Daniel Ortega

Aunque la sintonía con China involucra a varios gobiernos, Nicaragua ha sido el actor más entusiasta. Desde que Daniel Ortega rompió con Taiwán, su régimen ha multiplicado acuerdos con Pekín.

En agosto de 2023, la Asamblea Nacional —dominada por el Frente Sandinista— ratificó un Tratado de Libre Comercio con China que permite exportaciones nicaragüenses con arancel cero y facilita importaciones de maquinaria e insumos tecnológicos.

Laureano Ortega Murillo, hijo del presidente, firmó en 2022 cuatro acuerdos adicionales que cubren desde cooperación educativa hasta construcción de infraestructura energética.

Para Ortega, esta alianza es una tabla de salvación económica y un argumento político: demostrar que no está aislado internacionalmente, pese a las sanciones estadounidenses y europeas.

Según Ellis, la estrategia de Ortega pasa por proyectar en el Parlacen la imagen de un liderazgo regional capaz de abrir puertas a Pekín.

“El mensaje es que China no solo es un socio comercial, sino un respaldo político frente a Occidente”, indica el experto.

El dictador nicaragüense Daniel Ortega parece ser el gran titiritero del Parlacen.

La fascinación de Honduras y El Salvador

El entusiasmo no es exclusivo de Managua. Honduras, bajo el gobierno de Xiomara Castro, cortó con Taiwán en 2023 y estableció relaciones plenas con China, selladas con visitas de alto nivel y promesas de inversión.

El Salvador, que rompió con Taipéi en 2018 durante la presidencia de Salvador Sánchez Cerén, mantiene un vínculo pragmático con China. Durante la administración de Nayib Bukele, Pekín financió obras como la Biblioteca Nacional y ha ofrecido paquetes de cooperación que, según la Cancillería salvadoreña, superan los 500 millones de dólares.

A eso hay que sumarle los repetidos elogios que hace el actual presidente del Parlacen, el diputado salvadoreño del oficialista partido Nuevas Ideas, Carlos Hernández.

La diplomacia china se despliega con ceremonias, conferencias y la entrega de donaciones: computadoras, ambulancias, alimentos. Cada acto se convierte en una oportunidad para que diputados centroamericanos difundan comunicados exaltando la “amistad sin condiciones” de Pekín.

En Guatemala, Wang Xiaoyao, la embajadora china en Costa Rica, asiste habitualmente a las sesiones del Parlacen, pese a no tener relaciones con ese país. Wang parece ser la voz cantante de China en el Parlacen y el gobierno de Bernardo Arévalo consiente silenciosamente su presencia.

Los diputados del Parlacen suelen hacer frecuentemente turismo diplomático en China Popular.

Estados Unidos responde con sanciones y presión

El avance chino inquieta a Washington. Entre 2022 y 2024, el Departamento del Tesoro de EE.UU. sancionó a más de 50 funcionarios y operadores políticos vinculados al régimen de Ortega.

En paralelo, este año diplomáticos estadounidenses presionaron a Panamá y Costa Rica para que mantuvieran frías las relaciones con Pekín y limitaran la cooperación tecnológica con empresas chinas, especialmente en telecomunicaciones.

Pese a esta tensión geopolítica, el Parlacen sigue siendo una institución con poderes limitados. Sus resoluciones carecen de fuerza vinculante, y su prestigio regional es más bien modesto.

Según Pablo Hurtado, director de ASIES, “el Parlacen funciona como un foro de legitimación: su impacto real sobre políticas públicas es escaso, pero su visibilidad permite que gobiernos como el de Ortega lo utilicen como altavoz”.

Ana María Méndez, de WOLA, coincide: “Es un organismo que no aprueba decisiones obligatorias, pero sí puede darle un barniz de respaldo regional a decisiones unilaterales. China lo sabe y por eso invierte recursos en cultivar estas relaciones”.

La seducción del financiamiento chino

Más allá de la retórica, lo que seduce a muchos gobiernos son los recursos que China pone sobre la mesa, ha estimado Ellis en diversos estudios. El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura ha financiado proyectos carreteros en Honduras y estudia financiamiento de puertos y aeropuertos en Nicaragua. Todo sin transparencia ni rendición de cuentas.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta, que Pekín impulsa desde 2013, ofrece acceso a créditos blandos y asistencia técnica, pero ha enfrentado la presión directa de Washington y ha frenado el avance en la región.

Para países con limitadas opciones de financiamiento, esta combinación resulta tentadora. El diputado Daniel Ortega Reyes lo dijo sin rodeos en un discurso en 2024: “En la cooperación con China no hay imposiciones ideológicas ni presiones para cambiar nuestro modelo. Es una relación de iguales”.

Esa declaración resume el atractivo: un socio que no exige reformas democráticas ni condiciona los fondos a transparencia o derechos humanos.

Riesgos de un fervor sin matices

Sin embargo, para algunos analistas, este fervor por China esconde riesgos a largo plazo: la dependencia económica, la opacidad contractual y la posible erosión de la soberanía tecnológica.

Washington ha advertido que ciertos proyectos —como los sistemas de cámaras de vigilancia o las redes 5G— podrían ser instrumentos de influencia estratégica.

Mientras tanto, el Parlacen sigue haciendo de escenario de condecoraciones, discursos y convivios que celebran una amistad cada vez más institucionalizada.

La fascinación por Pekín, en buena parte de la clase política centroamericana, no es solamente el signo de un cambio de época, sino la evidencia de que la diplomacia china ha aprendido a cultivar la vanidad de los parlamentos con la misma eficacia con la que financia carreteras.

Y mientras los aplausos resuenan en los salones alfombrados, el equilibrio geopolítico de Centroamérica se inclina, con gestos solemnes, hacia el dragón rojo.

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