La dictadura de Nicaragua volvió a usar la tribuna internacional para achacar a la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea y otros países los mismos crímenes y abusos de derechos humanos que se le atribuyen a ella.
En un encendido y retórico discurso en la asamblea 80 de Naciones Unidas en Washington, el cocanciller Denis Moncada culpó a las potencias occidentales de genocidio, terrorismo de Estado y violaciones de los derechos humanos.
Todo ello, mientras ignoró los señalamientos que pesan sobre el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Moncada acusó a los países desarrollados de imponer “sanciones arbitrarias”, aplicar “bloqueos económicos”, manipular políticas migratorias y fomentar el narcotráfico.
En tono desafiante, aseguró que esas prácticas constituyen delitos de lesa humanidad cometidos por “los imperialistas de la Tierra”.
El discurso repitió los ejes tradicionales de la retórica sandinista: la denuncia de un orden mundial “supremacista”, el respaldo incondicional a Cuba, Venezuela y Palestina, y la condena a Israel por un supuesto genocidio.
Moncada presentó a Nicaragua como víctima de “agresiones externas” y como defensora de la paz y la dignidad, pese a que informes oficiales de la ONU y de organismos regionales responsabilizan a la dictadura de crímenes graves contra su propio pueblo.
Lea además: Unión Europea extiende sanciones al régimen Ortega-Murillo por un año más hasta 2026
Antecedentes de condenas internacionales
En marzo de 2023, el Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua, creado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, concluyó que Ortega y Murillo han cometido crímenes de lesa humanidad desde 2018.
Eso incluye ejecuciones extrajudiciales, torturas, encarcelamientos arbitrarios y persecución política, que han dejado saldo de más de 350 asesinatos, miles de heridos, decenas de miles de exiliados, cientos de desterrados y miles de capturas, juicios y condenas arbitrarias.

Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto sanciones a decenas de altos funcionarios, entre ellos hijos del presidente y de la vicepresidenta, además de instituciones como la Policía Nacional y el Consejo Supremo Electoral.
Lejos de reconocer estas denuncias, Managua insiste en acusar a los países sancionadores “de prácticas inhumanas”.
Moncada denunció lo que llamó “atropellos salvajes y atroces” en materia de migración y bloqueos, aunque el propio régimen es responsable de un éxodo de más de 700,000 nicaragüenses que han huido de la represión y la crisis económica desde 2018.
Lea también: ONU denuncia política sistemática de destierro y exilio forzado en Nicaragua
Contexto geopolítico
El discurso también se inscribe en la política exterior del régimen Ortega-Murillo, cada vez más alineado con regímenes autoritarios como Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Cuba y Venezuela.
Nicaragua ha respaldado abiertamente la invasión rusa a Ucrania y mantiene estrechos vínculos con Pekín tras romper relaciones con Taiwán en 2021.
Con un lenguaje confrontativo, Moncada llamó a “combatir el terrorismo de Estado” y a “luchar contra la arrogancia imperial”, términos que el régimen utiliza para atacar a las democracias occidentales mientras silencia a la prensa independiente, encarcela a opositores y confisca propiedades de la sociedad civil.
Analistas señalan que este tipo de intervenciones buscan más consolidar la narrativa interna y reafirmar lealtades con aliados externos que convencer a la comunidad internacional.
La ONU, la OEA, la UE y Estados Unidos mantienen la misma conclusión: Nicaragua vive bajo una dictadura responsable de graves violaciones de derechos humanos y de crímenes de lesa humanidad.







