Cuando el gobierno de Xiomara Castro decidió establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China en marzo pasado, la delegación oficial del país centroamericana la encabezaba el canciller Enrique Reina. Al ministro hondureño de Relaciones Exteriores lo acompañaban Xiomara Hortensia Zelaya Castro y Carlos Zelaya, hija y cuñado de la presidenta hondureña, Xiomara Castro, ambos diputados.
Una foto de la hija de la pareja gobernante hondureña junto al vicepresidente chino, Han Zheng, vistiendo un elegante vestido blanco y usando mascarilla, confirmaba la reunión de “alto nivel” en la que participaba “Pichu” Zelaya, como se le conoce familiarmente a la hija de la presidenta y el expresidente.
La hija de Mel Zelaya y Xiomara Castro apuntó que en el marco del encuentro gestionaron intercambio de experiencias, diálogo en distintos niveles y acompañamiento de diputados integrantes de comisiones relacionadas con las esferas del comercio, las finanzas y el turismo.
Para los chinos, la visita de Xiomara Hortensia Zelaya no fue nada raro. En los últimos años, cada vez que se han acercado a un país centroamericano, los nexos se estrechan a través de miembros de las familias gobernantes, antes que de funcionarios formales, en lo que parece ser una manera de aprovechar la tradición de nepotismo en los gobiernos de la región.

En El Salvador en 2019, fue clave la relación entre la Embajada de la República Popular China y el hermano del presidente, Nayib Bukele, Karim Bukele, para consolidar los nexos bilaterales y negociar una visita al país asiático.
Y en Nicaragua, desde finales de 2021 que la dictadura de Daniel Ortega estableció relaciones con China, el hijo de la pareja gobernante, Laureano Ortega Murillo, aparece en la foto de todas las negociaciones bilaterales y ha sido un visitante frecuente en Pekín.
“Creo que es común con Centroamérica esos acercamientos, primero los chinos han identificado que culturalmente que la relación humana, pero al mismo tiempo han identificado la debilidad de las diplomacias locales, sobre todo Bukele y Ortega, lo mismo en el tema de Xiomara. Tratan de tener una relación directa con los gobernantes porque es más fácil avanzar en sus agendas”, dice el Dr. Ricardo Valencia, un académico salvadoreño que es catedrático de la Universidad Estatal de California, Fullerton.
El delfín nicaragüense en China
Laureano Ortega, a quien se le considera el delfín de sus padres, Daniel Ortega y Rosario Murillo, presidente y vicepresidenta de la dictadura bicéfala nicaragüense, ha tenido un papel sumamente protagónico en el establecimiento de relaciones con China, país al que visitó varias veces previamente.
En diciembre de 2021 fue Laureano quien suscribió el Comunicado conjunto de “restablecimiento” de las relaciones diplomáticas. China y el primer régimen de Ortega (1985-1990) habían establecido relaciones hasta que Violeta Chamorro las rompió y estableció con Taiwán.
Desde entonces Laureano recibe delegaciones chinas, firma acuerdos y se fotografía con los funcionarios del país asiático. Sus padres aparecen a un lado, sin casi intervenir en esos actos.
Es más, el canciller nicaragüense, Dennis Moncada Colindres, no ha firmado ningún acuerdo oficial con China y tampoco ha aparecido en actos públicos con representantes diplomáticos de ese país. Es una relación directa con la familia gobernante.
“Ellos negocian a través de sus diplomacias con relaciones asimétricas. Mientras que los gobernantes centroamericanos lo hacen de manera personal, el hijo de Ortega, el hermano de Bukele, la hija de Xiomara, la cancillería china lo hace con sus diplomáticos directamente”, explica Valencia.
El hermano de Bukele
Tras resultar electo en 2019, Nayib Bukele pareció tener dudas sobre mantener las relaciones que el gobierno del izquierdista, Salvador Sánchez Cerén había establecido con China.
En una visita a la fundación Heritage en Washington, ya como presidente electo, Bukele criticó el compartimiento de China y advirtió que podía abandonar esa relación, algo que no sucedió.
En diciembre del mismo año, Bukele partió a Pekín y ahí firmó una serie de acuerdos de cooperación que incluyeron la construcción de una biblioteca nacional y un nuevo estadio nacional para San Salvador. La biblioteca avanza y se prevé termine en diciembre, del Estadio no se sabe nada.
Pero un personaje fue clave en disipar las dudas del gobernante salvadoreño con respecto a China, su hermano, Karim Bukele.
La entonces embajadora china, Ou Jianhong, hizo público su agradecimiento a Karim y aseguró que “sin su trabajo valioso y su aporte importante, no habríamos logrado los éxitos de la Visita de Estado del Presidente Bukele a China”.
Al igual que Nicaragua, durante el viaje de Bukele a China en 2019, la canciller Alexandra Hill pasó a segundo plano y el hermano del presidente se convirtió en el responsable principal de la relación con Pekín.
Una práctica común
Tres académicos consultados por Centroamerica360 coinciden en que la relación de los chinos con familias gobernantes es algo frecuente.
“Sí, es común que los chinos se acercan a las personas claves del gobierno como líderes o familiares de los líderes, en muchos niveles esa es una practica muy común de ganar favor utilizando favor de beneficios personales”, dice el Dr. Evan Ellis, académico estadounidense y profesor del War College del Ejército de los Estados Unidos.
Ellis sostiene que “en América Latina y muchas partes del mundo es parte de la palanca china de ofrecer relaciones personales, que en otras partes del mundo serían signos de corrupción”
El académico estadounidense Eduardo Gamarra, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de la Florida, coincide con Ellis y dice que “es una práctica común del método chino.
“Ocurre no solo en Centroamérica. En Bolivia también, una empresa chino contrató al hijo del presidente Siempre es el hermano o alguien no, algún pariente de los que están en el poder”, explica Gamarra.
En Bolivia, Luis Marcelo Arce Mosqueira, hijo del presidente de Bolivia, Luis Arce, negoció a nombre de empresas chinas la explotación de litio en el país para favorecerlas en las licitaciones convocadas por el gobierno de su padre, para asignar la extracción de los salares a consorcios extranjeros.
“Los chinos no tienen ningún reparo en contratar al hijo del presidente en pagar un poquito más no, en hacer prácticas que dentro del ámbito occidental han sido pues rechazadas pues ya bastantes décadas, como la lucha contra la corrupción”, sostiene Gamarra.

Los riesgos
Valencia advierte que los riesgos de este tipo de relaciones es “que se sirvan los intereses personales sobre los intereses del país”.
El Dr. Ellis, por su parte, advierte que “el peligro es una relación desventajosa con empresas chinas y a largo plazo, proyectos que no funcionan bien, como el desastre de la represa Codo Sinclair en Ecuador.
“El beneficio para China es en cuanto los tomadores de decisiones, es obtener una relación favorable, quitar resistencias y lograr la aprobación de arreglos.
Los riesgos es que aumente la corrupción en un país y sostener un liderazgo no democrático”, señala Ellis.