El recién pasado domingo celebramos las tan esperadas o, temidas elecciones generales, dependiendo de la vocación democrática o totalitaria de cada persona. Esta vez, como ya nos habían anticipado, habría otra sorpresa –distinta a la del 9 de marzo— fueron los dispositivos biométricos que, o funcionaban con excesiva lentitud, o estaban descargados, o averiados; tampoco la señal wifi era óptima en todas partes, por lo que muchas JRV al haber procedimiento alterno, decidieron comenzar sin esa formalidad agregada sin obligatoriedad legal –dicen los abogados.
La perdedora estaba tan aturdida al finalizar el domingo que, apenas el lunes por la noche reaccionó culpando al uso o no uso de biométricos su aplastante derrota, seguida de su tediosa amenaza con ocasionar disturbios y recurrir a las instancias correspondientes. Estaba tan fuera de sí, que olvidó el pequeño detalle sobre que sus perros de garra han destruido sistemáticamente al TJE… bemoles tipo boomerang del autoritarismo.
Fuera, de las dificultades iniciales, las votaciones transcurrieron en orden, en paz y con votantes llenos de esperanza en que se les respete su voluntad: al haberse retrasado el inicio, el CNE autorizó una hora de prórroga y comenzaron los problemas, fueron desde no permitir que más personas ejercieran el sufragio, hasta la expulsión arbitraria de los observadores nacionales y extranjeros, al punto que elementos del ejército debieron escoltarlos para salir, pasando por llenado de papeletas por parte de miembros de las JRVs, todo documentado visualmente y atribuible a ya sabemos quiénes. Como fuera, los conatos de violencia no impidieron la votación arrolladora para los partidos tradicionales y un rezago irremontable para la liebre. La jornada fue altamente satisfactoria para todos los involucrados, la ciudadanía acudió al llamado.
Observadores, custodios, miembros de JRVs y personal de seguridad en sus puestos desde antes del amanecer, realizaron sus respectivas labores con buena voluntad, entusiasmo y eficacia; los votantes con toda paciencia y espíritu cívico esperaron su turno en amable convivencia con sus vecinos y respetando la precedencia de discapacitados y mayores. Llegado el momento, se procedió al escrutinio, se respetó el Art. 45 constitucional y la ciudadanía pudo observar los conteos en los tres niveles, en la gran mayoría de los casos. Pocos se retiraron antes de finalizar el nivel de diputados. Cansados y con la satisfacción del deber cumplido, todos los representantes de partidos y la mayoría de observadores lograron su copia de las actas, ya fuera en físico o virtual en sus dispositivos. La transmisión de resultados se dio en la medida de disponibilidad de señal y capacidad técnica del sistema contratado.
Las televisoras con sus presentadores y analistas seguidos por sus audiencias presenciaron una angustiante cadena nacional que arrancó después de muchos llamados, para dar a conocer los resultados preliminares, marcando una tendencia que no ha cambiado ni después de todo un día de suspenso: Competencia muy cerrada entre los presidenciables del PL y PN a la cabeza, con tremendo rezago de la idólatra de un tal Fidel. Ella ya perdió y ahora anda viendo cómo le saca las castañas del fuego a su domador, que haga su luchita y siga jugando al tío Lolo. Quienes tenemos vocación democrática, ya ganamos, quede quien quede. Ahora debemos enfocarnos en no cantar victoria antes de tiempo y dejar nuestras diferencias a un lado, hasta que la declaratoria formal se haga. Mientras tanto, debemos permanecer vigilantes en esos anunciados conteos especiales a las actas declaradas con inconsistencias; estas no harán diferencia alguna para la perdedora, pero serán determinantes para quienes van mucho más adelante.
El proceso ha sido largo y ha valido la pena cada reunión, cada plan, cada pronunciamiento, cada artículo, cada declaración, cada solicitud, cada misiva, cada denuncia, cada actividad de recaudación, cada entrevista, oración y caminata, más el abandono de nuestra zona de confort, hizo conciencia, ilustrando, despertando, sumando y convenciendo; estos esfuerzos individuales y colectivos, el trabajo en equipo, las alianzas, la identificación de metas y propósitos; todo, aunado a la torpeza, maldad, actos de corrupción, desplantes de poder efímero, incumplimiento de promesas y marginación a quienes sirvieron de escalera finalmente se tradujeron en una gran avalancha de votos en su contra en cada rincón de nuestra hermosa geografía. Los derrotamos, no aceptan, pero igual se van; no estamos solos, pero en su ateísmo, jamás lo alcanzaron ver.
