Un nuevo informe de las Naciones Unidas reveló que la represión transnacional —la persecución de activistas más allá de sus países de origen— está creciendo a nivel global, con China como uno de los principales responsables de estas prácticas, cada vez más sofisticadas y extendidas.
El documento, que recopila denuncias ocurridas entre mayo de 2024 y 2025, registra casos de intimidación y represalias en al menos 24 países, destacando los realizados por Pekín contra activistas prodemocracia y minorías étnicas. Estas acciones reflejan los hallazgos del proyecto “China Targets”, una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) que documentó cómo el Gobierno chino ha manipulado instituciones internacionales, incluida la ONU, para vigilar y acosar a disidentes en el extranjero.
Entre los casos más destacados, la ONU documenta el de Carmen Lau y Anna Kwok, miembros del Hong Kong Democracy Council, con sede en Washington. Ambas fueron declaradas fugitivas por las autoridades de Hong Kong a finales de 2024 y se ofrecieron recompensas de $130,000 por información que condujera a su captura. Sus pasaportes fueron revocados y sus familias interrogadas por la policía.
Lau denunció además haber sido blanco de vigilancia digital, campañas de desinformación con inteligencia artificial y acoso en su vecindario de Londres, donde desconocidos distribuyeron panfletos con su dirección y datos personales.
“Fue aterrador descubrir que tenían mi dirección exacta y que mis vecinos recibieron cartas incitándolos a denunciarme”, declaró la activista.
Estos ataques, según Lau, buscan “silenciar a toda la diáspora de Hong Kong”, generando un clima de miedo entre los exiliados políticos que continúan denunciando los abusos de Pekín.

Persecución en foros internacionales
El informe también menciona el caso del lingüista uigur Abduweli Ayup, quien denunció haber sido intimidado por desconocidos durante una conferencia de la UNESCO en París, luego de criticar la represión del idioma uigur en China. Ayup afirmó que su presentación fue cancelada sin explicación y que fue seguido y grabado por individuos no identificados dentro del evento.
Aunque la UNESCO negó irregularidades y atribuyó el incidente a una “confusión logística”, el suceso fue incluido por la ONU como un ejemplo de acoso transnacional dentro de instituciones internacionales.
De acuerdo con Raphaël Viana David, director del programa China y América Latina del Servicio Internacional para los Derechos Humanos, la ONU está comenzando a reconocer la represión transnacional como una herramienta sistemática de los Estados autoritarios para castigar a defensores de derechos humanos.
“El fenómeno está creciendo y volviéndose más sofisticado. La ONU ahora entiende que no se trata de incidentes aislados, sino de una estrategia de Estado”, señaló Viana David.
En junio de 2025, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH)publicó un informe especial destinado a identificar y combatir la represión transfronteriza, evidenciando el aumento de los ataques digitales, el uso de Interpol y la cooptación de organismos internacionales con fines represivos.
El gobierno chino negó las acusaciones y aseguró que las fuerzas policiales de Hong Kong “actúan dentro de la ley” y se oponen a cualquier “interferencia extranjera”. En un comunicado al ICIJ, las autoridades afirmaron que Lau y Kwok “están siendo procesadas por participar en actividades que ponen en riesgo la seguridad nacional y por colaborar con fuerzas externas”.
Sin embargo, el informe de la ONU advierte que este tipo de justificaciones son parte de un patrón global de represión que busca desmovilizar a la disidencia y debilitar la defensa internacional de los derechos humanos, incluso dentro de organismos multilaterales.