En la mañana del miércoles (madrugada de Centroamérica) el Vaticano fue escenario de un momento cargado de simbolismo y recogimiento. Desde la capilla de Santa Marta, donde reposaba el cuerpo del papa Francisco tras su fallecimiento el pasado lunes a los 88 años, se inició el traslado de su féretro hacia la Basílica de San Pedro. El sonido solemne de las campanas acompañó el inicio de esta despedida.
La ceremonia comenzó con una oración encabezada por el cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano, quien también había sido el encargado de anunciar oficialmente la muerte del pontífice.
En sus palabras, expresó tanto el dolor de la Iglesia como su gratitud por la vida y el legado espiritual de Francisco.
“Con profundo pesar, ahora acompañamos los restos mortales de nuestro Papa Francisco”, dijo Farrell, en alusión al recorrido que haría el féretro hasta el templo donde el Papa ejerció su ministerio.
El féretro del Papa Francisco es trasladado desde la Casa Santa Marta hacia la Basílica de San Pedro. pic.twitter.com/17pOgWQ5yH
— Vatican News (@vaticannews_es) April 23, 2025
La oración finalizó con una invocación para que Francisco, recordado por su sencillez y cercanía con los marginados, fuera recibido en “la morada de luz y paz eterna”. Concluida la ceremonia, se dio paso a una procesión sobria, pero emotiva.
Una procesión cargada de significado
El ataúd avanzó lentamente hacia la Basílica de San Pedro, escoltado por guardias suizos y acompañado por decenas de cardenales. El silencio reinaba en la Plaza de San Pedro, apenas interrumpido por los aplausos espontáneos de los fieles que se congregaron para rendir homenaje. El respeto y la emoción se sentían en el ambiente.
A lo largo del trayecto, se hizo evidente el espíritu que marcó el papado de Francisco: cercanía con el pueblo, atención a los más necesitados y una Iglesia menos ostentosa. Su despedida se diseñó según sus propios deseos, reflejando los valores de humildad que promovió durante su pontificado.
Una ceremonia sobria, un legado profundo
A diferencia de otros funerales papales caracterizados por fastuosidad, Francisco pidió una ceremonia sencilla. Así, su traslado hacia la Basílica evitó cualquier exceso, enfocándose en el respeto y la oración.
La Basílica de San Pedro lo recibió en medio de un ambiente de recogimiento. Allí se celebrará la Misa Exequial el próximo sábado, a la que se espera asistan miles de fieles de todo el mundo.
Este último recorrido del Papa Francisco marca un momento clave en los días de duelo que atraviesa la Iglesia Católica. Su legado —impulsado por su compromiso con la justicia social, la inclusión y la reforma dentro de la Iglesia— deja una huella profunda.
Cuando su féretro llegue finalmente a la Basílica de Santa María la Mayor, donde reposará de manera definitiva, el mundo habrá despedido no solo a un pontífice, sino a una figura que transformó la manera de vivir y entender el papado en tiempos modernos.