Decenas de delegaciones se levantaron y abandonaron la Asamblea General de la ONU este viernes ante la entrada del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. Su discurso desafiante frente a una audiencia reducida incluyó críticas a los países que han reconocido el Estado palestino y la reiteración de que Israel no permitirá su existencia.
Durante aproximadamente 40 minutos, Netanyahu mostró mapas con las ofensivas israelíes en Gaza, Líbano, Irán, Siria, Irak y Yemen, negó la existencia de un genocidio en la Franja palestina y rechazó acusaciones de hambruna. Subrayó que su intervención militar busca eliminar los últimos remanentes de Hamás en la ciudad de Gaza.
“Los últimos elementos de Hamás juran repetir las atrocidades del 7 de octubre una y otra vez. Por eso Israel debe acabar el trabajo y queremos hacerlo lo más rápido posible”, afirmó.
Críticas a países que reconocen a Palestina
Netanyahu calificó de “líderes débiles” a los gobiernos de Francia, Reino Unido, Australia y Canadá por reconocer el Estado palestino. Según el primer ministro, estas acciones “recompensan a los más antisemitas del mundo” y constituyen una presión legal y política contra Israel.
“Israel no permitirá que nos impongan un estado terrorista. No cometeremos un suicidio nacional porque otros líderes no enfrentan medios hostiles y turbas antisemitas”, agregó Netanyahu.
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— EL PAÍS (@el_pais) September 26, 2025
Mensaje directo a Hamás y rehenes
El primer ministro aseguró que su discurso se transmitiría mediante altavoces y móviles a la población de Gaza y a los líderes de Hamás, así como a los 48 rehenes que permanecen en la Franja. “Depongan las armas. Dejen ir a mi gente. Si no, Israel los perseguirá”, advirtió.
La mayoría de las delegaciones europeas, incluida España, abandonó o ni siquiera asistió a la sesión. La acción se interpretó como un boicot coordinado para manifestar rechazo a la postura de Netanyahu y a su negativa a reconocer la soberanía palestina.
Contexto humanitario
El Ministerio de Sanidad de Gaza reporta más de 65,000 muertos en casi 2 años, cifra que contrasta con las afirmaciones de Netanyahu sobre la inexistencia de hambruna o genocidio. La situación continúa generando tensión diplomática y debate sobre la legalidad y ética de la ofensiva israelí en la región.