El gobierno de Nicolás Maduro podría estar evaluando una salida negociada del poder, mientras Estados Unidos refuerza su presencia militar en el Caribe en lo que sería la mayor movilización desde la crisis de los misiles. Según una investigación de la revista estadounidense The Atlantic, Washington y Caracas mantienen contactos indirectos para explorar un posible acuerdo que incluiría amnistía, levantamiento de sanciones y un exilio seguro para el mandatario venezolano.
El reportaje revela que la administración de Donald Trump busca definir su estrategia hacia Venezuela: continuar con la presión militar o reabrir la vía diplomática. De momento, el Pentágono ha desplegado el portaaviones USS Gerald R. Ford, junto a otras ocho embarcaciones, drones, cazas y unos 10.000 soldados en aguas del Caribe.
De acuerdo con fuentes citadas por la publicación, Maduro estaría dispuesto a dejar el poder si Estados Unidos garantiza su seguridad personal y la de sus principales colaboradores, levanta las recompensas por su captura y facilita un destino de exilio.
“Si hay suficiente presión y suficientes incentivos, todo está sobre la mesa”, aseguró un intermediario que mantiene contacto con ambas partes.

El documento describe un clima de división dentro del gobierno estadounidense. Por un lado, el asesor Richard Grenell apuesta por una salida pactada y controlada. Por el otro, el secretario de Estado Marco Rubio impulsa una línea más dura que contempla la posibilidad de una intervención directa.
Trump, que en su primer mandato apoyó sin éxito al líder opositor Juan Guaidó, ahora enfrentaría el dilema de negociar con Maduro o apostar por su derrocamiento, en medio de tensiones internas entre su base política y su equipo de seguridad nacional.
El argumento oficial de Washington es la lucha contra el narcotráfico, pero analistas advierten que la movilización militar podría tener un trasfondo político y geoestratégico, con el objetivo de frenar la influencia de China y Rusia en América Latina y asegurar acceso a los recursos energéticos venezolanos.

En Caracas, el gobierno ha negado los señalamientos y acusa a Estados Unidos de “fabricar un pretexto” para justificar una agresión. Maduro, sin embargo, habría enviado recientemente mensajes conciliadores, afirmando que su país “está abierto al diálogo para evitar una escalada que afecte a toda la región”.
El posible pacto, de concretarse, marcaría un punto de inflexión en la política latinoamericana, pues pondría fin a más de una década de gobierno chavista y reconfiguraría las alianzas en la región.
Por ahora, ni Washington ni Caracas confirman negociaciones formales, pero los movimientos militares y diplomáticos indican que Venezuela vuelve a estar en el centro del tablero internacional.







