Un nuevo informe de las organizaciones Human Rights Watch y Cristosal reveló que 40 migrantes venezolanos deportados desde Estados Unidos y encarcelados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en El Salvador, sufrieron torturas físicas, sexuales y psicológicas.
Durante meses, los testimonios de decenas de venezolanos deportados por el Gobierno de Donald Trump y acusados de pertenecer al Tren de Aragua, describen escenas de horror dentro de la prisión de máxima seguridad de El Salvador.
Según Human Rights Watch (HRW) y Cristosal, los 40 denunciantes fueron golpeados, humillados y abusados por custodios del CECOT, que llamaban al lugar “la isla” del castigo.
El informe advierte que los abusos constituyen tortura y trato inhumano, y responsabiliza no solo al Estado salvadoreño, sino también a Estados Unidos por complicidad en violaciones graves de derechos humanos.

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) defendió la deportación, alegando que se trató de una “operación de seguridad” contra casi 300 presuntos miembros del Tren de Aragua y la MS-13.
“Por orden del presidente Trump, el DHS deportó a casi 300 terroristas”, dijo Tricia McLaughlin, funcionaria del Departamento. Sin embargo, HRW señala que la mayoría de los venezolanos no tenía antecedentes criminales.
“Desde que me bajaron del avión empezó la pesadilla”, relató Gonzalo, un joven de 26 años del estado Zulia. Contó que fue golpeado en la nuca con un bastón apenas aterrizó en territorio salvadoreño.

“Nos dijeron: ‘Bienvenidos al infierno’”, agregó. Sus palabras coinciden con las de otros migrantes que describen un patrón de violencia sistemática dentro del Cecot.
Los detenidos afirmaron que eran golpeados con bastones y patadas, especialmente durante requisas o tras visitas oficiales. “Nos dejaban arrodillados por 40 minutos, esposados y sangrando”, recordó Tirso Z.
Tres víctimas denunciaron abusos sexuales, mientras otras relataron amenazas de muerte y humillaciones constantes. “Nos decían que nadie sabía que estábamos ahí, que nuestras familias nos habían olvidado”, contó Nelson, otro de los afectados.
Nelson confesó que pensó en suicidarse. “Caí en depresión. Solo Dios y mi hija me dieron fuerzas”, dijo. Su testimonio coincide con reportes previos de exreclusos que hablaron con CNN tras ser liberados.

Otros, como Rafael Martínez, aseguraron haber sido castigados por razones absurdas. “Me fracturaron el brazo por sacar la cabeza entre los barrotes”, narró.
Human Rights Watch y Cristosal también documentaron que los internos fueron reprimidos con balas de goma durante protestas por mejores condiciones y derecho a comunicarse con sus familias.
El informe sostiene que solo el 3 % de los venezolanos deportados había sido condenado por delitos violentos. Aun así, todos fueron trasladados al Cecot, conocido por sus condiciones extremas.
Cuatro meses después, los prisioneros fueron devueltos a Venezuela en un acuerdo entre los gobiernos de Bukele y Maduro. “Dios me dio otra oportunidad”, dijo Martínez al volver. “Hay que aprovecharla y seguir adelante.”







