Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), casi el 4 % de la población mundial reside en un país distinto al que nació, una cifra que refleja la magnitud de la movilidad humana en el siglo XXI.
La OIM subraya que los migrantes cumplen un rol clave en sectores esenciales como la salud, la agricultura, la construcción y la tecnología, especialmente en países con poblaciones envejecidas y escasez de mano de obra.
Además de su aporte laboral, los migrantes sostienen economías enteras a través de las remesas, que en 2024 alcanzaron los 905.000 millones de dólares y se destinaron principalmente a alimentación, educación y salud en países de ingresos medios y bajos.
Sin embargo, migrar sigue siendo peligroso. La OIM advierte que rutas como el mar Mediterráneo continúan siendo de las más mortíferas del mundo, con más de 33.000 muertes registradas desde 2014, a lo que se suman 83,4 millones de desplazados internos por conflictos, violencia y desastres.

Frente a este escenario, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió institucionalizar una jornada internacional de conciencia sobre la migración y los derechos humanos de quienes se desplazan.
El 4 de diciembre de 2000, la Asamblea General de la ONU proclamó el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante, en conmemoración de la Convención adoptada en 1990 para proteger los derechos de los trabajadores migratorios y sus familias.
Desde entonces, la fecha se transformó en una plataforma global que busca promover una migración segura, ordenada y regular, combatir la discriminación y reforzar la cooperación internacional en un mundo donde la movilidad humana ya es una realidad estructural.







