“Nos están matando con impuestos a nosotros y les están regalando el país a los chinos”, denunció Irlanda Jerez, comerciante nicaragüense exiliada, durante una entrevista en el programa El Informante, conducido por el periodista exiliado nicaragüense Miguel Mendoza.
Su denuncia no es aislada: representa el grito desesperado de miles de pequeños comerciantes que enfrentan un colapso económico sin precedentes ante el avance de las tiendas chinas en Nicaragua, amparadas en exoneraciones fiscales y respaldadas por el poder político.
Jerez fue dueña de varios tramos en el Mercado Oriental, el más grande de Centroamérica y epicentro comercial de Nicaragua, con más de 200.000 visitantes diarios y miles de pequeños negocios familiares. Fue también una de las líderes civiles que, en 2018, impulsó un movimiento de desobediencia tributaria en protesta por los abusos fiscales de la dictadura Ortega-Murillo. Su activismo le costó una condena política, el exilio y la confiscación de sus bienes.
ES UNA OBLIGACIÓN LA UNIDAD DE LAS FUERZAS OPOSITORAS https://t.co/YRf0gOwhjx
— Miguel Mendoza (@Mmendoza1970) April 29, 2025
Ahora, desde el extranjero, advierte sobre lo que califica como una “ocupación económica silenciosa de China”.
“Desde 2018 ya mirábamos cómo el régimen entregaba grandes locales a empresarios chinos, exonerados de impuestos, con contratos privilegiados. Hoy, eso se ha multiplicado por todo el país”, denunció Jerez.
Del giro diplomático a la ocupación china
En diciembre de 2021, el Gobierno de Nicaragua rompió relaciones con Taiwán y firmó un Tratado de Libre Comercio con China, en el marco de una alianza política, económica y estratégica con el Partido Comunista de Xi Jinping.

Ese tratado, en vigor desde 2023, concede amplias exoneraciones arancelarias a empresas chinas, que ingresan productos a bajo costo y con escasa regulación.
“Ellos tienen hasta un 90 % de exoneración en impuestos, mientras a nosotros nos clavan el 100 %. No podemos competir. Pagan menos en aduanas, menos en energía, no les inspeccionan ni les multan, y tienen el respaldo de las alcaldías sandinistas”, denunció Jerez.
Según la comerciante exiliada, muchas de las propiedades confiscadas por el régimen desde 2019 —incluidas bodegas y tiendas— están siendo alquiladas por el Estado a empresarios chinos, que operan bajo convenios con allegados a la familia Ortega Murillo.
Uno de los casos es un edificio que ella misma poseía en el Oriental: “Ese inmueble me lo confiscaron en 2019, y hoy funciona como una tienda china. Lo administra la alcaldía y lo tienen alquilado por debajo del costo real”.
Un mercado histórico bajo presión extranjera
El Mercado Oriental, ubicado en el corazón de Managua, abarca más de 100 manzanas de terreno y es considerado el pulmón económico informal de Nicaragua. Fundado en los años 40, ha sobrevivido a incendios, crisis económicas, guerras, terremotos y reformas. Pero nunca —según testimonios de comerciantes— había enfrentado una amenaza como la que representa la competencia desigual con las cadenas chinas.
“Los productos que nosotros vendemos en un dólar, ellos los ofrecen dos por uno. Cemento, ropa, zapatos, electrodomésticos, todo. Han abierto ferreterías con precios un 40 % por debajo del mercado, y no hay forma de resistirles”, lamentó Jerez.

El fenómeno, asegura, se ha extendido a todos los departamentos del país: León, Masaya, Chinandega, Estelí, Matagalpa, y también a pequeñas ciudades como Juigalpa o Rivas. “Los tramos se están cerrando, los comerciantes se van a la informalidad o lo venden todo y se exilian”, dijo.
Un modelo económico excluyente
La expansión china en Nicaragua se da en paralelo al deterioro generalizado del sector empresarial independiente, particularmente tras la represión de 2018.
Más de 5.000 organizaciones civiles han sido ilegalizadas, decenas de propiedades han sido confiscadas y las inspecciones fiscales arbitrarias son ahora herramientas de control y persecución.
Jerez aseguró que muchos funcionarios sancionados internacionalmente por corrupción o represión están usando los conglomerados chinos como fachadas para lavar capitales: “No pueden invertir en Estados Unidos ni Europa, así que lo hacen en Nicaragua a través de socios chinos. Es una fusión entre el capital chino y la corrupción sandinista”, declaró.
En su visión, el modelo económico que promueve el régimen no solo destruye al pequeño empresario, sino que asfixia la competencia y la soberanía económica: “Están creando monopolios disfrazados de inversión extranjera, pero que solo benefician a la dictadura y a sus socios extranjeros. El pueblo está quedando fuera”, afirmó.
Para muchos comerciantes como Jerez, la batalla ya no es solo contra el autoritarismo político, sino contra un nuevo tipo de colonización: una economía controlada por intereses foráneos que aplastan a los negocios locales en nombre de un “crecimiento” que no llega a las mayorías.