En septiembre, Costa Rica registró una inflación interanual de -1%, mientras que Panamá alcanzó -0,3%, según los índices oficiales de precios al consumidor. Ambos países mantienen cifras negativas desde hace varios meses, un comportamiento que los convierte en los únicos de América Latina con deflación sostenida.
El Consejo Monetario Centroamericano atribuye este fenómeno a la caída en los precios internacionales del petróleo y de algunos alimentos, factores que reducen el costo de vida en la región.
En El Salvador, que también atravesó varios meses de deflación, la reducción de aranceles a productos importados y los subsidios a combustibles ayudaron a contener la inflación, aunque el índice apenas subió al 0,3% en septiembre.
Según el economista Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central salvadoreño, esta deflación no refleja una crisis, sino una “corrección de precios” tras el fuerte aumento del costo de vida durante la pandemia. “No es preocupante porque hay crecimiento económico; es un ajuste después de años de precios altos”, explicó, a la BBC.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. De acuerdo con Odalis Marte, secretario ejecutivo del Consejo Monetario Centroamericano, cuando los precios bajan por demasiado tiempo, las empresas venden menos, los salarios se estancan y el consumo disminuye. “Puede parecer beneficioso en el corto plazo, pero una deflación prolongada frena la economía”, advierte.

En el caso costarricense, la apreciación del colón frente al dólar ha abaratado las importaciones, pero no ha mejorado de manera significativa el poder adquisitivo de las familias. “La vida sigue siendo cara”, reconoce Acevedo, recordando que los niveles actuales solo moderan los precios, pero no los devuelven a los de antes de la pandemia.
A diferencia de lo ocurrido en países como Japón en los años 90, donde la deflación generó una década de estancamiento, los economistas señalan que en Centroamérica el fenómeno parece transitorio.
Tanto Costa Rica, Panamá como El Salvador mantienen economías en crecimiento, por lo que los expertos coinciden en que esta baja temporal de precios es más bien un reflejo de estabilidad y no de recesión.
