Desde la noche del viernes 31 de octubre, largas filas comenzaron a formarse frente a las agencias bancarias de la capital y otras ciudades del país. Con carpas, cobijas, termos de café y banderas, los fanáticos de la Azul y Blanco se preparan para madrugar y no perder la oportunidad de estar en las gradas alentando a su selección.
Las entradas recién están a la venta desde este 4 de noviembre, pero eso no detuvo a los guatemaltecos más apasionados, que llevan días pernoctando en la calle.
“Tenemos que pasar la noche si queremos un boleto, pero vale la pena por apoyar a nuestra selección”, dijo a medios locales María Elena Ríos, de 79 años, acompañada de su nieto.
La emoción no se limita a la capital. Aficionados de departamentos como Quetzaltenango, Cobán y Escuintla viajaron cientos de kilómetros para asegurar un lugar en los partidos que podrían marcar la historia del fútbol guatemalteco.
“Venimos desde Coatepeque para comprar nuestras entradas, queremos ver a Guate en el Mundial”, expresó Adrián Suárez, quien acampó junto a sus amigos.

Los encuentros contra Panamá, el 13 de noviembre y Surinam, el 18 de noviembre se jugarán en el estadio Manuel Felipe Carrera, conocido como El Trébol. Con Guatemala en tercer lugar del grupo y aún con opciones reales de clasificar, la expectativa es máxima. Los aficionados ya sueñan con gritar un histórico “¡Nos vamos al Mundial!”.
La pasión, la esperanza y el sacrificio se mezclan en las filas interminables. En cada conversación, cada bandera y cada cántico, late el mismo deseo: ver a Guatemala hacer historia y volver a creer que todo es posible.








