Un equipo de científicos internacionales confirmó la presencia de anticuerpos neutralizantes contra SARS-CoV-2 en perros que habitan en comunidades rurales de Guatemala, antes y después de la mayor ola de COVID-19 registrada en el país durante 2022. El hallazgo refuerza las implicaciones de salud bajo el enfoque de Una Sola Salud (One Health), que considera la interacción entre humanos, animales y su entorno.
El estudio, liderado por investigadores de la Universidad Texas A&M y la Universidad del Valle de Guatemala, fue publicado en la revista One Health y concluyó que el 6 % de los perros analizados presentaban anticuerpos, aunque ninguno tenía infección activa. El análisis cubrió dos momentos clave: junio y agosto de 2022, antes y después del pico de la segunda ola de Ómicron en Guatemala.
Los expertos analizaron muestras de 133 perros provenientes de 60 hogares en el municipio de Comapa, departamento de Jutiapa. Aunque no se detectó ARN viral en hisopos respiratorios, ocho perros dieron positivo en pruebas de neutralización de placa, lo que indica exposición previa al virus.
El estudio también reveló que los perros con libre acceso fuera de la casa tuvieron cinco veces más probabilidad de haber estado expuestos que aquellos confinados dentro del hogar.
“Los perros que deambulan libremente en zonas rurales pueden interactuar con múltiples personas fuera de su núcleo familiar, aumentando el riesgo de transmisión de humano a animal”, señaló el equipo investigador.
En contraste, variables como el sexo, la edad del animal o el tiempo que pasan en el lugar de trabajo del dueño no influyeron significativamente en el riesgo de contagio.
Los investigadores advierten que la ausencia de infección activa podría deberse a la menor capacidad de las variantes Ómicron para infectar mascotas o a una disminución en los eventos de transmisión durante ese período. No obstante, destacan la necesidad de futuras investigaciones que incluyan datos sobre el estado de vacunación o infección de los miembros del hogar, para comprender mejor los riesgos compartidos.
El estudio también subraya la importancia de educar a las comunidades rurales sobre las prácticas de manejo de mascotas. Limitar el libre desplazamiento de los perros podría ser una medida clave para prevenir la propagación de enfermedades zoonóticas en contextos vulnerables.
 
  
  
 







