El pequeño y remoto poblado de San Benito Poite, en el sur de Belice solicitó al Museo Británico formalmente la devolución de objetos culturales saqueados durante el período colonial. La petición beliceña se suma a los esfuerzos de Egipto, Grecia y Benín, que han exigido la devolución de piezas emblemáticas como la Piedra de Rosetta, los Mármoles del Partenón y las estatuillas de bronce de Benín.
En el caso de Belice, la solicitud proviene del corazón de la antigua ciudad maya de Pusilhá, hoy casi olvidada debido a su inaccesibilidad. Luego de múltiples reuniones comunitarias, los habitantes de San Benito Poite adoptaron una resolución dirigida al Museo Británico, según Richardson Reports on Word Press.com.
El documento, firmado por el alcalde Manuel Cucul y el presidente del Comité de la Aldea, Richard Caal, sostiene que los restos humanos, estelas y altares monumentales, artefactos líticos y cerámica fueron extraídos entre 1928 y 1931 por expediciones armadas del museo “sin el consentimiento válido del pueblo maya”.
Los pobladores argumentan que estos objetos forman parte del patrimonio cultural e histórico del pueblo maya y no son propiedad legítima del Museo Británico.
La resolución de San Benito Poite plantea siete demandas concretas:
- Devolución de todos los restos humanos para su reentierro en Pusilhá.
- Retorno de las estelas y altares monumentales tallados.
- Repatriación de una muestra representativa de los artefactos líticos y cerámicos, y financiamiento del transporte.
- Una subvención de un millón de dólares beliceños (unos $500 mil) para construir y operar un centro de visitantes que albergue los objetos repatriados.
- Un fondo de becas de reparación de 50 mil dólares beliceños anuales ($25,000) por diez años para estudios en cultura maya, arqueología y conservación.
- Financiamiento para que dos representantes de la aldea viajen a Londres a inspeccionar la colección de Pusilhá y dialogar con el museo.
- Envío de personal especializado del museo para desarrollar un programa comunitario sobre la colección y la importancia de Pusilhá.
La historia del saqueo de Pusilhá está marcada por la figura de Thomas Gann, un reconocido saqueador que colaboró con miembros de la Expedición de la Honduras Británica, el nombre que el Reino Unido daba a Belice antes de su independencia en 1981.
Entre 1928 y 1931, el Museo Británico organizó al menos cuatro incursiones al sitio, extrayendo estelas, objetos líticos y una “inmensa cantidad” de cerámica. No se realizaron registros de inventario, se ignoraron los protocolos arqueológicos y se utilizaron cinceles y martillos para cortar las piezas y facilitar su transporte.
En sus memorias, Gann describió la excavación de la llamada “Cueva de la Cerámica” como una operación sin control estratigráfico, donde los objetos de distintas capas fueron mezclados indiscriminadamente.
Actualmente, ninguno de los objetos extraídos de Pusilhá se encuentra en exhibición. Todos están almacenados en depósitos del museo, y muchos —especialmente cerámicas— ni siquiera han sido registrados o contabilizados. A través de una solicitud de información, el Museo Británico reconoció que no posee título legal sobre la colección de Pusilhá.
Esta solicitud marca un precedente dentro del movimiento global por la restitución del patrimonio cultural. San Benito Poite no solo exige el regreso de las piezas, sino también apoyo técnico, educativo y financiero para preservar, exhibir y estudiar el legado de su ciudad ancestral.
Aislado hasta 1991, cuando se construyó la primera carretera hacia la aldea, San Benito Poite aún carece de electricidad e internet. El alcalde Cucul sostiene que, de no haberse llevado las estelas, la aldea ya contaría con un centro turístico similar al de Lubaantún, a solo 40 kilómetros de distancia.
Pusilhá, atravesada por un río y con los restos visibles de un puente maya de tres tramos —único en su tipo—, posee un gran potencial turístico según los arqueólogos que han trabajado en el sitio. Sin embargo, la falta de protección ha convertido a Pusilhá en el sitio maya más saqueado de Belice.
El Museo Británico ha respondido que está considerando la petición. Se espera una decisión en los próximos dos meses.