Las iglesias hondureñas se enfrentan a problemas para llevar a cabo el trabajo pastoral debido al poder de las pandillas, según la importante organización benéfica católica Aid to the Church in Need (ACN), citada por el medio católico Crux.
Veronica Katz, coordinadora del proyecto para Centroamérica de ACN relató que durante la visita de la organización a Tegucigalpa, supo que en algunas áreas, es muy difícil llevar a cabo un trabajo pastoral, especialmente con todos los conflictos entre los “maras”, ya que las diferentes pandillas luchan por el territorio.
“Visitamos una parroquia en una parte de la ciudad controlada por las pandillas, lo que hace que el trabajo de la Iglesia sea extremadamente complicado. La conferencia de obispos ha hecho un llamamiento a la paz y ha pedido al gobierno que sofoque la inseguridad en el país. Todo esto hace que el trabajo pastoral de la Iglesia Católica sea más importante que nunca”, explicó Katz a Crux.
Honduras tiene una población de más de 9,5 millones de personas, y la población está casi dividida por igual entre católicos y protestantes.
“Honduras es el segundo país más pobre de América Latina, con el 75 por ciento de la población que vive en la pobreza y en altos niveles de desigualdad”, afirmó Katz.
“El país se enfrenta a una grave crisis energética, con constantes apagones para racionar la electricidad. Además, las condiciones climáticas extremas han llevado a temporadas de sequía o, en otras ocasiones, a lluvias torrenciales e inundaciones masivas, que son terribles para la agricultura”, agregó la representante de ACN.
Sin embargo, dice que aquí hay una amenaza aún mayor: la violencia de las “maras”, pandillas extremadamente violentas que operan en el mercado de las drogas.
“Los ‘maras’ hondureños lo controlan prácticamente todo. Las familias tienen problemas para mantener a las empresas a flote, debido al “impuesto de guerra”, una tarifa que los “maras” imponen a los ciudadanos, que a menudo es imposible de pagar”, dijo Katz.
Katz dijo que a pesar de los desafíos en Honduras, los católicos del país están profundamente comprometidos con sus parroquias y participan activamente en actividades sociales.
“Me sorprendió ver cómo las personas que trabajan incansablemente todo el día, en sus campos de café o de maíz, o cuidando del ganado, pasan toda la tarde en sus parroquias”, comentó Katz.
“Sus calendarios están llenos de actividades religiosas que ocupan su tiempo libre. Encontramos comunidades llenas de vida y muy bien organizadas. En lugar de vivir una fe individual, viven su fe juntos, como una comunidad, lo cual es muy hermoso. Hay sacerdotes motivados, laicos comprometidos y atención pastoral estructurada. Cuando tienes esta combinación, realmente empiezas a ver resultados positivos y frutos pastorales”, dijo Katz.
Sin embargo, admitió que las cosas están lejos de ser perfectas para la Iglesia.
“La falta de sacerdotes es un problema. En Honduras, los sacerdotes sirven a cuatro veces más personas que en Francia, por ejemplo. Además, los niveles de educación son bajos; el transporte fuera de las ciudades es difícil; y casi no hay formación en las parroquias. Los fieles son muy pobres, y hay una gran falta de material catequético. No tienen los medios para comprarlo”, dijo.
Katz denunció que el gobierno hondureño hace que sea muy difícil para los religiosos extranjeros obtener visas: “Deben cumplir con todo tipo de requisitos y presentar muchos documentos, lo que hace que sea difícil entrar y permanecer en el país”.