Tras la muerte del Papa Francisco, ocurrida el pasado domingo, las reacciones desde Centroamérica continúan marcadas por el reconocimiento a su legado espiritual, pastoral y humano. Uno de los pronunciamientos significativos provino del sacerdote hondureño Ismael Moreno, conocido como Padre Melo, quien subrayó el profundo impacto que el pontífice argentino tuvo en la región.
“A Centroamérica, el papa Francisco regaló la santificación de Monseñor Romero y la beatificación del Padre Rutilio Grande y sus acompañantes, un reconocimiento oficial a una Iglesia perseguida y martirizada, en su momento mal vista y condenada, aun por algunos sectores jerárquicos”, expresó el jesuita.
A Centroamérica, el papa Francisco regaló la santificación de Monseñor Romero y la beatificación del Padre Rutilio Grande y acompañantes, un reconocimiento oficial a una Iglesia perseguida y martirizada, en su momento mal vista y condenada, aun por algunos sectores jerárquicos
— Ismael Moreno (@Melosjmoreno) April 21, 2025
Un reconocimiento a la memoria y la resistencia
Con estas palabras, el Padre Melo hace referencia a dos momentos clave del pontificado de Francisco que marcaron un antes y un después para la Iglesia centroamericana:
- La canonización de San Óscar Arnulfo Romero, arzobispo salvadoreño asesinado en 1980 mientras oficiaba misa, quien fue elevado a los altares en octubre de 2018 como mártir por la justicia y la paz.
- La beatificación del padre Rutilio Grande, también de El Salvador, asesinado en 1977 junto a dos laicos, y considerado símbolo de la opción preferencial por los pobres.

Ambas figuras habían sido durante décadas ignoradas o marginadas dentro de algunos sectores eclesiásticos y políticos, por su compromiso con las comunidades más vulnerables y su denuncia de las injusticias sociales.
Una Iglesia cercana a los pueblos
El Papa Francisco, primer pontífice latinoamericano, supo acercarse al sentir y a la historia del pueblo centroamericano, reconociendo oficialmente el testimonio de sacerdotes y laicos que dieron su vida por el Evangelio en contextos de represión y conflicto. Su pontificado, según el Padre Melo, fue también un acto de “reparación histórica” hacia una Iglesia “que fue mal vista y condenada”, incluso desde dentro de la jerarquía católica.
Un legado que trasciende
El fallecimiento del Papa Francisco ha dejado un vacío profundo, pero también una huella imborrable en muchos sectores de la Iglesia comprometidos con la justicia social, la defensa de los derechos humanos y la opción preferencial por los pobres.
Desde Honduras, el Padre Melo —también defensor de derechos humanos y director de Radio Progreso— recordó que el legado de Francisco no solo se mide en reformas institucionales, sino en gestos concretos de acompañamiento y validación hacia quienes han sufrido por vivir el Evangelio con radicalidad.
“Francisco dignificó nuestra historia y nos devolvió la esperanza. Por eso su muerte duele, pero también nos llama a continuar el camino que él ayudó a iluminar”.