El obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, dedicó este domingo una homilía centrada en 3 exhortaciones clave al nuevo diácono nicaragüense Cristhian David Mendieta, ordenado el viernes 13 de diciembre en Miami.
Durante la primera misa de Mendieta como diácono, celebrada en el tercer domingo de Adviento, Báez subrayó que su ministerio es “un regalo de Dios” no solo para la Arquidiócesis de Miami, sino también para Nicaragua.
Báez considerar su ordenación como un signo de la “fecundidad de la Iglesia nicaragüense, que sigue viva y dando frutos aun en la persecución y en el exilio”.
“Confiar incluso en la oscuridad”
El primer consejo de Báez al nuevo diácono fue vivir su ministerio desde una fe profunda y realista. Inspirado en la figura de Juan el Bautista, el obispo recordó que la fe no está exenta de dudas ni momentos de oscuridad.
“El verdadero creyente no es quien nunca duda, sino quien, en medio de la incertidumbre, sigue confiando y buscando a Dios”, afirmó Báez, al animar a Mendieta a nutrir su vida con la Palabra, incluso cuando los acontecimientos no coincidan con sus expectativas.
El prelado exhortó además al diácono a acompañar con paciencia a quienes atraviesan crisis de fe, integrando la duda como parte del camino espiritual. “Sé un creyente creíble, irradia esperanza y da testimonio del gozo de creer”, añadió.
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Tender un puente entre el altar y la calle
El segundo eje de la homilía estuvo centrado en el servicio, núcleo del ministerio diaconal. Báez recordó que la palabra diákonos significa servidor, y que esa identidad debe expresarse tanto en la liturgia como en la vida cotidiana.
“El diácono debe ser un puente entre el altar y la calle”, afirmó, al pedir que el servicio litúrgico se prolongue en el compromiso con los pobres, los marginados y los más vulnerables.
Báez exhortó a que las manos que bendicen en el altar sean también las que toquen con ternura las heridas de quienes sufren.
“Que tu gozo sea lavar los pies de tus hermanos”, dijo, al vincular el servicio con la fuerza transformadora del amor eucarístico.
No callar ante la injusticia
El tercer consejo fue ejercer el ministerio con un estilo profético, inspirado también en Juan el Bautista. Báez recordó que Mendieta proviene de un país “privado de libertades”, donde los derechos humanos no son respetados y donde los profetas son perseguidos, encarcelados o enviados al exilio.
“Como servidor del Señor y de su pueblo, no apagues tu voz para proclamar la verdad del Evangelio y denunciar lo que contradice la voluntad de Dios”, afirmó.
El obispo llamó al diácono a no temer incomodar a los poderosos ni ser incomprendido por los acomodados, y a ejercer su profecía tanto en el altar como en las periferias, defendiendo a las víctimas de la injusticia y siendo voz de quienes no la tienen.
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Por la integridad
En la parte final de la homilía, Báez destacó la integridad personal de Mendieta, a quien describió como un hombre firme en su fe, ajeno a privilegios y al poder, y coherente en su vida.
Pidió que la Virgen María sea su inspiración permanente como creyente, servidora y profeta, y lo animó a mantener viva su fe como fuente de fortaleza para el servicio y la denuncia profética.
La ordenación de Mendieta se suma a otros signos de continuidad del clero nicaragüense en el exilio, en un contexto de restricciones y persecución religiosa en Nicaragua, donde decenas de sacerdotes, religiosos y obispos han sido desterrados o forzados a salir del país en los últimos años.







