El hombre que figuraba como primer contacto de las autoridades costarricenses en la investigación sobre la producción y distribución ilegal de fentanilo en Costa Rica, apareció calcinado en la provincia de Puntarenas pocas semanas después de iniciarse el proceso.
El hecho, conocido en juicio esta semana, ha estremecido al aparato judicial y pone en entredicho la seguridad de los procesos vinculados al narcotráfico en Costa Rica.
La información consta en el expediente judicial de un caso investigado durante más de un año por la Policía de Control de Drogas (PCD) y la Fiscalía Adjunta de Narcotráfico y Delitos Conexos, con cooperación directa de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA).
Fue precisamente esta agencia que, mediante información de inteligencia, alertó a las autoridades costarricenses sobre un hombre conocido como el Mecánico, vecino de Escazú, vinculado presuntamente a una red dedicada a la venta de fentanilo.
Apenas semanas después de que las autoridades locales recibieran la alerta, al hombre lo hallaron calcinado en un paraje de Puntarenas.
Su muerte no solo puso fin a una posible colaboración clave, sino que también reforzó las sospechas de que detrás del tráfico de esta droga sintética opera una estructura criminal con niveles de violencia e impunidad alarmantes.
En las primeras etapas del proceso, los investigadores incluso imputaron al Mecánico en el juicio para despistar a los narcos.
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Producción local de fentanilo
La investigación, que culminó con el arresto de tres personas apellidadas Martínez, Arroyo y Valdivia en noviembre de 2023, reveló la existencia de un laboratorio clandestino en Tibás donde se fabricaban pastillas contaminadas con fentanilo y otras drogas sintéticas.
Los allanamientos también incluyeron viviendas y centros de operación en San Sebastián y La Guácima de Alajuela.
El juicio contra los acusados fue anulado tras una complicación médica de una jueza, pero será retomado este martes en los Tribunales de Pavas.
Durante el proceso judicial, la DEA destinó cerca de 15.000 dólares para compras controladas de fentanilo, con pastillas que se vendían entre $8 y $12 cada una. En total, se decomisaron 1.200 unidades, 103 gramos de fentanilo en polvo, así como LSD y otros estupefacientes.
Un veneno con rostro sintético
El fentanilo, comúnmente llamado “droga zombie”, es un opioide sintético con un poder adictivo y letal sin precedentes.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) lo aprueba solo en contextos médicos estrictos, pero su uso ilegal ha disparado las alarmas de salud pública a nivel global.
Tiene una potencia 100 veces superior a la morfina y 50 veces mayor que la heroína.
“Estamos hablando de uno de los venenos más grandes que existen”, advirtió el fiscal adjunto Mauricio Boraschi. “Es una droga sintética con efectos terribles en la salud, que puede causar la muerte y tiene un alto poder adictivo”, añadió.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) detectó rastros de fentanilo en 22 cadáveres durante 2023.
Dos de esas muertes fueron confirmadas como directamente relacionadas con la sustancia, mientras el resto aún se encuentra en análisis, aunque con patrones de intoxicación similares.
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Silencio forzado
La muerte del Mecánico ha dejado a las autoridades con un vacío clave en una investigación que pretendía desmantelar una red que no solo traficaba con una de las drogas más letales del mundo, sino que también la fabricaba en territorio nacional.
El crimen, además, deja entrever la posible existencia de represalias internas dentro del circuito criminal o el intento de borrar huellas de una cadena de mando que sigue activa.
Con el reinicio del juicio esta semana, las autoridades enfrentan no solo el desafío legal de probar los delitos, sino también la urgencia de contener una amenaza de salud pública que ya ha dejado víctimas más allá de sus consumidores.