La nicaragüense Itza Castillo, Miss Universe Nicaragua 2025, destaca con paso firme en el certamen mundial celebrado en Tailandia. Lo hace lejos de su país, como cientos de miles de compatriotas migrantes, y en medio del vacío dejado por el cierre forzoso de la franquicia Miss Nicaragua a manos de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Su coronación, la primera realizada fuera del territorio nacional, simboliza tanto el empuje de una nueva generación como el colapso institucional de un país que expulsó a las misses, a la organización y a buena parte del talento cultural nicaragüense.
Una reina forjada en la migración
A sus 30 años, Castillo encabeza un curioso patrón: fue la elegida entre la mayoría de jóvenes nicaragüense que participan como Miss Nicaragua fuera del país. No por elección, sino por necesidad.
En 2023, tras la coronación histórica de Sheynnis Palacios en Miss Universo, el régimen ordenó el cierre del certamen nacional acusándolo de “terrorismo”, apresó y condenó a los directivos de la franquicia, confiscó su empresa y sus bienes —incluidos vestidos, archivos y utilería— y desterró a toda la familia.
Los Ortega-Murillo intentaron quedarse con la franquicia; al no conseguirlo, crearon su propio concurso, Reina Nicaragua, donde las participantes deben agradecer públicamente al matrimonio dictatorial y desfilar en actos partidarios agitando banderas y gritando consignas.
Desde entonces, Miss Nicaragua solo existe en el extranjero, sostenida por empresarios y patrocinadores migrantes y exiliados.
En ese contexto surgió la candidatura de Castillo, coronada en septiembre de 2025. Su triunfo fue una señal de resiliencia de una comunidad cultural que se niega a desaparecer.
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Itza, la joven que creció con un sueño claro
Nacida en Managua el 17 de agosto de 1995, pero con raíces rivenses, Itza Castillo siempre tuvo claridad sobre su camino.
En 2015, siendo estudiante de Comunicación en la Universidad Centroamericana (UCA) y compañera de clases de Sheynnis Palacios, puso por escrito en una entrevista académica que su meta era concursar en Miss Nicaragua a los 25 años, estudiar un posgrado y trabajar en Relaciones Públicas.
Había empezado temprano. A los 13 años ingresó a la Academia Eleganza. A los 15, ya modelaba en revistas locales y desfilaba para diseñadores como Shantall Lacayo o Erick Bendaña.
En su colegio, María Mazzarello, sobresalía por su porte, su disciplina y su caminar erguido. Sus compañeras recuerdan a una adolescente alegre, bromista y sin timidez.
En 2011 representó a Rivas en Miss Teen Nicaragua y quedó en tercer lugar. Una de sus rivales fue Adriana Paniagua, futura Miss Nicaragua. El eco de ese escenario la acompañó una década entera.
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Disciplina académica y una voluntad de hierro
En la UCA, Castillo dejó atrás la impresión superficial de “solo modelo”. Quienes la conocieron entonces destacan su puntualidad, su generosidad para ayudar a otros estudiantes y su dedicación académica.
Se graduó en 2017 como excelencia académica durante toda la carrera y, tres años después, completó un posgrado en Mercadeo en la UAM.
Sus amigos coinciden: Itza es risueña, bromista, pero disciplinada. “Ella no se rinde”, recuerda una excompañera. Otra añade: “Lograba balancear la escuela, el modelaje, los deportes… no dejaba nada a medias”.
Como miles de nicaragüenses, la joven también tuvo que migrar. En 2021 partió a Nueva York sin contactos y con un inglés que aún perfeccionaba.
Trabajó en una ONG, coordinó un banco de alimentos y, en paralelo, tocó puertas en agencias de modelaje. Una de ellas —Reinhard— la fichó y le abrió el camino a pasarelas internacionales como el New York Fashion Week.
Su ascenso fue constante hasta incorporarse a una agencia española que hoy la representa a nivel global.

Miss Nicaragua desde lejos
Cuando en 2025 se anunció que Itza Castillo era la nueva Miss Nicaragua, cientos de nicaragüenses celebraron su triunfo desde el exilio.
Ella también lo recordó así: “Soy una mujer muy valiente que se mudó hace cuatro años a Estados Unidos. Todo me costó. Mi disciplina y determinación me trajeron aquí”.
Sus amigos insisten en que la fama no le ha cambiado. Responde mensajes, mantiene amistades de la secundaria y se expresa con la misma cercanía de siempre.
Desde su coronación, Castillo ha insistido en su causa personal: promover el acceso a la educación. “La educación transformó mi vida”, repite.
Es la segunda generación de su familia en llegar a estudios superiores y quiere que más niñas nicaragüenses reciban esa oportunidad, dentro o fuera del país.
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Un brillo que atraviesa fronteras
En Tailandia, Castillo se ha convertido en una de las favoritas del público. Su pasarela en traje de baño, su firmeza en una pasarela resbaladiza y su estilismo en la preliminar han generado elogios entre seguidores y especialistas.
Su traje nacional, inspirado en el guardabarranco, el ave nacional de Nicaragua, llamó la atención por su diseño monumental y su lectura simbólica: un ave que canta alto incluso en tiempos difíciles.
La joven compite por darle a Nicaragua su segunda corona, siguiendo los pasos de su amiga Sheynnis Palacios, con quien viajaba en bus a la universidad.
Ahora, ambas caminan sobre escenarios donde el país no puede estar presente como nación, pero sí como comunidad diáspora.
Itza Castillo brilla en Bangkok, lejos de su patria, igual que los más de 600.000 nicaragüenses que han tenido que buscar futuro fuera. Su historia es la de una reina de belleza, pero también la de un país fracturado cuyo talento continúa creciendo a pesar del exilio.







