Emerson Colindres, un joven de 19 años que pasó la mayor parte de su vida en Cincinnati, Ohio, fue deportado en junio pasado y ahora trata de adaptarse a Honduras, el país donde nació pero que apenas recuerda. Su caso, documentado en un reportaje de BBC Mundo, muestra el impacto humano de las deportaciones masivas.
Tras más de una década en Estados Unidos, Colindres soñaba con graduarse en Psicología y convertirse en futbolista profesional. Sin embargo, la orden final de deportación contra su familia cambió radicalmente su futuro. En cuestión de semanas pasó de ser estudiante y jugador en ligas juveniles de Ohio a vivir en El Ojochal, una pequeña aldea rural en el sur de Honduras.
De acuerdo con cifras oficiales, hasta finales de julio de 2025 el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ha deportado a más de 145.000 migrantes indocumentados, muchos de ellos centroamericanos. Entre ellos se encuentran cientos de jóvenes como Colindres, que crecieron en EE.UU. pero que al ser repatriados se enfrentan a países que desconocen.
El proceso legal de la familia Colindres-Baquedano se prolongó durante casi una década. Aunque solicitaron asilo alegando persecución por la violencia de las pandillas en Honduras, tanto la Junta de Apelaciones de Inmigración como tribunales federales negaron su caso.
En Cincinnati, la noticia de su detención movilizó incluso a compañeros de la escuela secundaria, quienes protestaron en favor de su liberación. Sin embargo, el 17 de junio Colindres fue enviado a Honduras en un vuelo chárter junto a otros deportados. Días después, su madre y hermana también regresaron voluntariamente para no dejarlo solo en un país desconocido.
El impacto emocional y social de este retorno forzado ha sido profundo. En El Ojochal, Colindres se siente desubicado y reconoce que no recuerda prácticamente nada de su infancia en Honduras.
Sin embargo, el fútbol le ha dado una nueva esperanza. La Academia de Fútbol y Formación Integral (AFFI) en Choluteca le abrió sus puertas y ya debutó en la segunda división hondureña, donde busca abrirse camino.
La historia de Emerson no es aislada, sino parte de una problemática regional. Miles de familias centroamericanas, después de años en Estados Unidos, enfrentan hoy la incertidumbre del retorno a países que dejaron atrás huyendo de la violencia o la pobreza. Para muchos jóvenes, como Colindres, se trata de reinventarse desde cero en una tierra que es suya por nacimiento, pero extraña en la memoria.