La red eléctrica hondureña enfrenta interrupciones durante todo el año. En verano por alta demanda y déficit de generación; en invierno, por daños causados por lluvias, vientos y caída de ramas sobre las líneas. El resultado es el mismo: comunidades enteras sin energía por largos periodos.
Los mantenimientos programados de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), que suelen durar de 8:00 a.m. a 4:00 p.m., se combinan con fallas inesperadas que golpean más a ciertas zonas. Muchos usuarios denuncian que, incluso tras el horario anunciado, el servicio no regresa.
Según expertos, la intensidad de los mantenimientos, vigente hasta el 15 de noviembre por el proceso electoral, no es suficiente ante una red debilitada. Las lluvias del invierno generan averías que solo pueden repararse cuando disminuyen las precipitaciones, para evitar riesgos al personal técnico.
Honduras cuenta con más de 190 circuitos de distribución y 77 subestaciones, pero aun así los apagones persisten. El presidente del sindicato de trabajadores de la ENEE advierte que hay déficit de personal técnico en ciudades clave como Tegucigalpa y San Pedro Sula.
La falta de inversión y de mantenimiento oportuno también presiona al sistema. Exgerentes de la ENEE señalan que entre la estatal, la UTCD y el programa de reducción de pérdidas suman más de 6,000 empleados, pero denuncian “mala distribución del recurso humano” y la necesidad de una reingeniería interna.

Aunque entre 2022 y 2025 se asignaron 26,224 millones de lempiras en inversión, tres veces más que en el periodo anterior, especialistas aseguran que la repotenciación total de la red requerirá más de 4,000 millones de dólares en nuevas líneas, subestaciones y circuitos.
La situación se agravó esta semana cuando una falla en la línea de transmisión L412 dejó sin energía a más de nueve comunidades en Yoro y zonas aledañas. La ENEE envió ocho cuadrillas para reparar el daño, pero las fuertes lluvias y caminos afectados retrasan los trabajos.







