Entre enero y octubre de 2024, Guatemala reportó 310 homicidios de mujeres, la cifra más baja de los últimos cuatro años, lo que marca una reducción significativa en comparación con los mismos períodos de 2021 a 2023, segundos el gobierno.
Estos resultados, correspondientes al primer año de la administración de Bernardo Arévalo y Karin Herrera, reflejan una caída del 8.82% en las muertes violentas de mujeres, en un contexto marcado por el fortalecimiento de la seguridad general en el país.
Aunque los expertos celebran esta disminución, advierten que persisten retos importantes, como la desigualdad económica, la impunidad y el acceso a armas de fuego, que aún ponen en riesgo la consolidación de esta tendencia.
Reducción vinculada a la violencia generalizada
Walter Menchú, analista del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), señaló que la disminución en los homicidios de mujeres parece estar relacionada con la reducción general de la violencia en el país, pero advirtió que no necesariamente responde a una estrategia diferenciada para este sector vulnerable. “No hemos observado una política específica que aborde los homicidios de mujeres como un problema aislado. La caída parece más una consecuencia de la mejora en la seguridad general, que de medidas enfocadas exclusivamente en proteger a las mujeres”, indicó Menchú.
Por su parte, Mario Mérida, catedrático y experto en seguridad, resaltó que la evolución del crimen organizado también ha impactado las cifras. Según él, en años anteriores muchas de las víctimas eran jóvenes involucradas en actividades delictivas, como pandillas y extorsiones. Sin embargo, actualmente se observa un esfuerzo por parte de las jóvenes, especialmente en zonas urbanas, para mantenerse alejadas de estas dinámicas.
En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer #25N, la presidenta del #TSEGuatemala, Blanca Alfaro hace un llamado a la inclusión, el respeto, la paz y sobre todo, la erradicación de todas las formas de violencia en contra de las mujeres. pic.twitter.com/aOoRFn3t5h
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El departamento de Guatemala, epicentro de la violencia
A pesar de los avances, el Departamento de Guatemala sigue concentrando la mayor parte de los homicidios de mujeres. Entre 2021 y 2024, se registraron 590 casos en esta área, lo que refleja un problema persistente en la capital y sus alrededores. Según Menchú, factores como el crimen organizado, la pobreza y la presencia de pandillas en áreas urbanas exacerban la violencia. “El acceso fácil a armas de fuego es otro desafío estructural. La mayoría de los homicidios se cometen con estas armas, lo que demuestra que el control sobre ellas sigue siendo insuficiente”, señaló.
Mario Polanco, director del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), coincidió en la necesidad de fortalecer las políticas de seguridad en las zonas urbanas, especialmente en la Ciudad de Guatemala y sus alrededores, donde los crímenes están frecuentemente vinculados al crimen organizado.
Las jóvenes, las más afectadas
Las víctimas de homicidios en su mayoría tienen entre 18 y 35 años. Este dato refleja las profundas problemáticas sociales que afectan a las mujeres jóvenes en el país. Según Mérida, muchas de ellas son madres solteras que viven en condiciones de pobreza y carecen de redes de apoyo, lo que las hace más vulnerables a la violencia doméstica y al reclutamiento por parte de grupos criminales.
Mensaje de la Magistrada Flor de María García Villatoro en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra La Mujer.#OJ #CSJ pic.twitter.com/ABtyTdUHi1
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“La falta de oportunidades económicas y educativas es una de las principales causas de esta vulnerabilidad”, explicó.
Menchú también subrayó la relación entre la violencia intrafamiliar y los homicidios de mujeres, destacando que los abusos en el hogar pueden escalar hasta convertirse en femicidios.
“La dependencia económica es uno de los mayores obstáculos para que las mujeres denuncien la violencia. Muchas temen represalias y la protección efectiva sigue siendo una tarea pendiente”, agregó.
Avances y retos en las políticas públicas
Aunque las estadísticas de homicidios han disminuido, los expertos coinciden en que las políticas públicas siguen siendo insuficientes. Menchú argumentó que la disminución de las muertes no es tanto producto de políticas específicas para proteger a las mujeres, sino más bien de un fortalecimiento generalizado de la seguridad. “Si bien se ha logrado una mejora en términos generales, aún falta un enfoque más preciso y especializado en la protección de las mujeres”, afirmó.
Por su parte, Polanco insistió en la necesidad de desarrollar estrategias focalizadas que aborden directamente las causas de la violencia de género. “Si con políticas generales hemos logrado reducir las muertes, imagínense lo que podríamos lograr con medidas dedicadas exclusivamente a las mujeres”, destacó.
Mérida, por su parte, abogó por un enfoque integral que combine la prevención con el control, y propuso la creación de observatorios del delito que evalúen el impacto de las políticas públicas y ajusten las estrategias según los resultados obtenidos.
A pesar de los avances, los especialistas advierten que la lucha contra la violencia hacia las mujeres no ha terminado. “Este sigue siendo un problema estructural que no desaparecerá sin un esfuerzo sostenido y coordinado entre el Estado y la sociedad civil”, afirmó Polanco. Menchú agregó que no se debe bajar la guardia, ya que los logros alcanzados deben consolidarse con políticas más efectivas. “Es fundamental crear una Política Nacional de Seguridad que priorice la igualdad de género y garantice la protección real de las mujeres”, concluyó.
Mérida subrayó la importancia de un enfoque a largo plazo, que trascienda los cambios de gobierno. “El éxito de 2024 demuestra que el cambio es posible, pero para consolidarlo necesitamos programas sostenibles que vayan más allá de los gobiernos de turno”, concluyó.
A pesar de la disminución en las cifras, la violencia de género sigue siendo un desafío crítico para Guatemala, y los esfuerzos para combatirla deben intensificarse, adaptándose a las nuevas dinámicas del crimen y abordando las raíces estructurales de la violencia.