Al menos 3 aviones militares de Estados Unidos, incluyendo 1 de ataque, han comenzado a realizar misiones desde el Aeropuerto Internacional de El Salvador, según un análisis del diario The New York Times basado en imágenes satelitales, registros de vuelo y comunicaciones de tráfico aéreo.
De acuerdo con la investigación, el despliegue forma parte de una ampliación de la presencia militar estadounidense en el Caribe, donde ya se concentran unos 10.000 soldados, drones, buques de guerra y bombarderos como parte de las denominadas “misiones antinarcóticos” impulsadas por el gobierno de Donald Trump.
Entre las aeronaves identificadas se encuentra un AC-130J Ghostrider, un avión de ataque altamente armado del Comando de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea, diseñado para destruir objetivos en tierra o mar.
También se detectaron un avión de reconocimiento P-8A de la Marina, con capacidad para recopilar inteligencia y lanzar misiles antibuque, y un C-40 Clipper sin distintivos, de propósito desconocido.

El informe detalla que esta sería la primera vez que un país extranjero aloja aviones estadounidenses capaces de participar en ataques militares dentro de la región.
Además, subraya los estrechos vínculos entre la administración de Trump y el presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien ha respaldado políticas migratorias de Washington, incluyendo la detención de deportados estadounidenses en prisiones de máxima seguridad.
Ni el Gobierno salvadoreño ni su embajada en Estados Unidos respondieron a las consultas, según el Times sobre el despliegue. Sin embargo, dos oficiales estadounidenses, que hablaron bajo condición de anonimato, confirmaron que la presencia de los aviones está relacionada con el aumento de operaciones antinarcóticos en el Pacífico oriental.

El diario estadounidense verificó que las aeronaves operan desde el Puesto de Seguridad Cooperativa en Comalapa, una instalación militar creada en 2000 para apoyar misiones antidrogas. Las imágenes satelitales muestran que la base, poco utilizada desde 2022, ha vuelto a tener actividad desde octubre.
Aunque no está claro si las aeronaves participan en ataques directos, su presencia coincide con un aumento de operaciones militares en aguas cercanas a Centroamérica. Expertos en derecho internacional y legisladores demócratas han calificado estas acciones como ilegales, al carecer de una justificación formal del Pentágono.
El exjefe del Comando Sur de Estados Unidos, almirante James Stavridis, afirmó que la base de Comalapa fue concebida para operaciones humanitarias, pero hoy representa “una muestra clara de poder duro”.
Según el Times, el avión de reconocimiento P-8A ha realizado al menos seis misiones desde territorio salvadoreño, lo que confirma el rol estratégico que El Salvador ocupa en el nuevo despliegue militar estadounidense en la región.







