Costa Rica vive un escándalo social y deportivo de dimensiones históricas tras la denuncia pública de la exnadadora olímpica Claudia Poll, única medallista de oro del país, quien acusó a su exentrenador Francisco Rivas de someterla durante años a agresiones sexuales, psicológicas y físicas.
El impacto de sus declaraciones, reforzadas por el testimonio de otros 2 destacados nadadores, ha desatado una ola de indignación nacional y ha obligado a las autoridades deportivas a anunciar investigaciones urgentes para expulsar a los “depredadores sexuales” del ámbito olímpico costarricense.
“Sufrí todas las agresiones posibles… todas”, relató Poll con voz firme en una entrevista concedida al medio Interferencia de la Universidad de Costa Rica.
La nadadora describió episodios de control extremo y humillaciones que incluyeron la invasión de su privacidad, el espionaje de sus conversaciones, la intimidación de su pareja y el chantaje emocional con la promesa del éxito deportivo.
“Cuando inicié una relación sentimental, me dijo que yo estaba solo para entrenar, que mi pareja se podía acostar con cualquiera menos conmigo”, reveló la atleta, que se convirtió en un símbolo nacional tras ganar la medalla dorada en Atlanta 1996.

Junto a ella, Marcela Cuesta y Manuel Rojas, también figuras reconocidas de la natación costarricense, confirmaron haber sido víctimas de agresiones similares durante su etapa como pupilos de Rivas en los años ochenta y noventa.
Las acusaciones, divulgadas en los últimos días, provocaron una reacción masiva de solidaridad en redes sociales, donde miles de mensajes con la consigna “Yo te creo, Claudia” inundaron los perfiles de los medios y deportistas.
El presidente del Comité Olímpico Nacional (CON), Henry Núñez, reconoció la gravedad del caso y calificó la denuncia de Poll como un “punto de inflexión” en la lucha contra los abusos.
“Hay muchos depredadores sexuales involucrados en el deporte y no podemos permitir que nuestros niños y jóvenes sigan expuestos. Vamos a investigar hasta las últimas consecuencias”, aseguró Núñez en declaraciones al programa Nuestra Voz.
La magnitud de la denuncia ha puesto en evidencia vacíos legales y presupuestarios que dificultan el seguimiento de los casos. Núñez admitió que carecen de recursos económicos y personal especializado para acompañar a las víctimas como corresponde.
Rivas, por su parte, negó de manera tajante todas las acusaciones. “Es falso”, declaró vía telefónica al medio AmeliaRueda.com. El entrenador aseguró que no tiene contacto con Cuesta desde hace 37 años y que las diferencias con Poll se originaron en disputas económicas por la administración de un club de natación.
“Yo entiendo menos todavía este ataque. Teníamos un negocio en común y terminé sin nada. Será un tema que resolverán los tribunales”, afirmó.
La indignación creció cuando se supo que la Federación Costarricense de Deportes Acuáticos (Fecoda) comunicó en diciembre a las denunciantes que los hechos estarían prescritos. No obstante, el Comité Olímpico Nacional sí mantiene abierta una investigación interna mientras valora la viabilidad de acciones disciplinarias.
Marcela Cuesta, quien denunció públicamente a Rivas en diciembre pasado, relató que el acoso llegó al punto de un intento de tocamiento no consentido y de un ambiente de humillación constante que la llevó a retirarse del deporte con apenas 16 años. “Te halagaba y luego te decía ‘pero Dios te hizo estúpida’”, recordó entre lágrimas.
El nadador Manuel Rojas describió episodios de supuestos masajes que en realidad eran golpes. “Me decía que estaba muy tenso mientras me pegaba con los codos en la espalda. Eran lesiones, no masajes”, denunció.
Las autoridades del deporte olímpico costarricense hicieron un llamado al Congreso para revisar la legislación que permite la prescripción de los delitos de abuso sexual, una realidad que según expertos invisibiliza a víctimas que requieren décadas de proceso emocional antes de poder alzar la voz.
“Estas agresiones no pueden prescribir”, sentenció Poll durante la entrevista, convencida de que su testimonio ayudará a otras víctimas a romper el silencio.
En paralelo, decenas de atletas, entrenadores y figuras públicas han expresado su respaldo a la campeona olímpica y exigido sanciones ejemplares contra cualquier forma de violencia en el deporte.
Mientras el país digiere la magnitud del escándalo, los mensajes de apoyo a la medallista siguen multiplicándose. “Te creo y te abrazo”, escriben miles de costarricenses que, 29 años después de su gesta en Atlanta, hoy aplauden su coraje para denunciar lo que ella misma calificó como el precio inhumano que le hicieron pagar por alcanzar la gloria.