Dos masacres ocurridas en menos de 24 horas han conmocionado a Costa Rica, un país históricamente considerado seguro y estable en Centroamérica, pero que enfrenta un incremento alarmante de violencia vinculada al crimen organizado.
El primer ataque ocurrió este viernes 7 de marzo en la localidad de San Ramón, provincia de Alajuela, a unos 58 kilómetros al noroeste de San José, la capital.
Según confirmó el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), dos hombres armados ingresaron violentamente a una vivienda del barrio Los Jardines y dispararon indiscriminadamente contra sus ocupantes, dejando tres muertos: una mujer de 34 años, un adolescente de 16 y un bebé de siete meses.
Dos mujeres jóvenes, de 20 y 18 años, también resultaron heridas y fueron trasladadas de emergencia al hospital local en grave estado. Los cuerpos fueron trasladados a la morgue judicial en Heredia, a unos 12 kilómetros al norte de San José, para las respectivas autopsias.
La otra masacre
Sin tiempo para recuperarse de este impacto, otra masacre ocurrió durante la madrugada de este sábado 8 de marzo en la apacible comunidad Santa Bárbara de Heredia, provincia ubicada apenas a 15 kilómetros al norte de San José.
En esta segunda balacera fallecieron tres personas: dos hombres de entre 30 y 35 años y una mujer joven que inicialmente sobrevivió al ataque, pero murió horas después en el hospital según reporte de medios locales.
Ambos ataques han generado alarma entre la población y autoridades locales, quienes reconocen un creciente problema de violencia criminal asociada al narcotráfico y disputas territoriales entre bandas locales.
Históricamente conocido por su estabilidad política y social, Costa Rica se enfrenta ahora al reto de controlar una espiral de violencia que amenaza su imagen internacional.
Las autoridades aún investigan ambos casos, y hasta el momento no se ha informado sobre posibles responsables ni motivaciones, pero dada las características de los crímenes y la saña, se sospecha de bandas de sicarios.
Medios locales vinculan estos hechos con ajustes de cuentas entre carteles de la droga, un fenómeno que se ha intensificado en años recientes en Costa Rica.
Según datos oficiales, el país alcanzó en 2023 cifras récord de homicidios, registrando 907 muertes violentas y 880 en 2024, con decenas de desaparecidos, muchas relacionadas directamente con el narcotráfico.