Más de 24 horas después de la elección del nuevo pontífice, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo emitió este viernes un escueto comunicado de felicitación al Papa León XIV, en el que expresa de manera breve su deseo de “Paz, Encuentro y Concordia” en el mundo.
El mensaje, firmado por Ortega y Murillo, repite la habitual fórmula retórica del oficialismo: “desde nuestra Nicaragua Cristiana, Socialista, Solidaria, Bendita y Siempre Digna y Libre”.
El comunicado omite cualquier mención concreta a la compleja relación entre el Vaticano y la dictadura nicaragüense, marcada por episodios de fuerte confrontación durante el pontificado de Francisco.
La respuesta del régimen contrasta con la de otros gobiernos y líderes internacionales, que saludaron con rapidez y calor diplomático al nuevo Papa, elegido tras la muerte del papa argentino.
“Al congratularle, deseamos expresar también nuestra aspiración de que desde Su Elevada Responsabilidad pueda Usted contribuir a promover Paz, Encuentro, Concordia y los Valores que la Familia Humana tanto necesita”, dice la escueta comunicación.
Durante el pontificado de Francisco, la relación entre el régimen Ortega-Murillo y la Santa Sede llegó a su punto más bajo en décadas.
En marzo de 2023, el Papa Francisco calificó al régimen nicaragüense de “dictadura grosera” y comparó la situación del país con las dictaduras del siglo pasado.

Para la historia
En una entrevista histórica, el pontífice afirmó: “Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige [Nicaragua]”, en alusión directa a Ortega.
La declaración fue inédita en la diplomacia vaticana moderna y provocó la inmediata suspensión de relaciones diplomáticas por parte de Nicaragua.
La hostilidad del régimen sandinista hacia la Iglesia se agravó a partir de 2018, tras las masivas protestas contra Ortega.
En ese contexto, numerosos obispos y sacerdotes brindaron refugio y apoyo espiritual a los manifestantes perseguidos, lo que convirtió a la Iglesia católica en uno de los blancos principales del aparato represivo.
Desde entonces, el régimen ha expulsado a congregaciones como las Misioneras de la Caridad, encarcelado a clérigos, confiscado propiedades e incluso desterrado al obispo Rolando Álvarez tras negarse a abandonar el país. La propia nunciatura fue cerrada en 2022 por órdenes del gobierno nicaragüense.
León XIV, una voz que ya se pronunció
El ahora Papa León XIV, que entonces era cardenal, ya se había pronunciado en 2022 contra la persecución del régimen de Ortega a la Iglesia nicaragüense.
Desde su diócesis en Perú, condenó lo que calificó como “una violencia sistemática contra el pueblo de Dios” y expresó su “solidaridad con los sacerdotes, religiosos y fieles perseguidos por testimoniar la verdad”.
Ese antecedente, según observadores vaticanos, explica en parte la actitud contenida del régimen en su saludo.
“El mensaje de Ortega y Murillo es protocolario, frío y con evidente distancia emocional. No hay ni una línea de reconciliación con el pasado reciente, ni una mínima autocrítica”, indicó a Centroamérica 360 el periodista católico Emiliano Chamorro, analista asuntos religiosos.