La ola de extorsiones en las comunidades costeras de Guanacaste, en el Pacífico norte de Costa Rica, ha encendido las alarmas entre pequeños y medianos empresarios del sector turismo, que denuncian el cobro de “peajes” semanales por parte de grupos criminales para poder operar sin sufrir ataques o represalias.
De acuerdo con información confirmada por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) a CRHoy.com, en las playas de Brasilito y Potrero, en el cantón de Santa Cruz, sujetos están exigiendo pagos semanales que van desde los 150 hasta los 1.500 dólares (aproximadamente entre 150.000 y 750.000 colones) a dueños de restaurantes, hoteles, operadores turísticos, vendedores de playa y negocios de renta vacacional.
El Ministerio de Seguridad Pública (MSP) informó que, aunque solo se ha presentado una denuncia formal, ya se logró identificar a un presunto sospechoso tras patrullajes preventivos.
Sin embargo, las víctimas declinaron continuar con el proceso judicial por temor a represalias, lo que ha limitado el accionar de las autoridades.
Miedo generalizado y silencio en la comunidad
Varios comerciantes consultados reconocieron la existencia de amenazas, pero rechazaron hablar públicamente por temor a represalias. Según relataron, los extorsionadores les advirtieron que no debían informar a medios ni a la policía sobre los cobros ilegales.

“En la zona hay mucha tensión. La mayoría está pagando, porque temen que esto escale a algo más violento”, declaró una fuente comunitaria que pidió anonimato.
La Cámara de Turismo Guanacasteca (Caturgua) también confirmó que ha recibido reportes de preocupación por parte de empresarios locales y organizaciones comunales.
“La situación ya fue comunicada a las autoridades competentes, y esperamos su pronta intervención”, indicó la entidad.
Grupos del crimen organizado detrás de las amenazas
Fuentes judiciales no descartan que detrás de estas extorsiones esté la participación de estructuras criminales locales como el grupo conocido como “Los Diablos”, así como remanentes del grupo liderado por el delincuente capturado de apellido Rojas, alias “Caca de Mono”.
“Los Diablos” ya habían sido parcialmente desarticulados en octubre del año pasado, cuando siete de sus integrantes fueron detenidos en seis allanamientos.
Según el OIJ, aunque no se ha confirmado una conexión directa con el prófugo Alejandro Arias Monge, alias “Diablo”, es posible que exista una relación con el microtráfico de drogas en la región.
“De momento no se puede afirmar que estos grupos estén detrás de las extorsiones, pero no se descarta ninguna hipótesis”, indicó una fuente policial a CRHoy.com.
También se menciona la posible participación de grupos originarios de Pavas, en San José, y de Puntarenas, aunque con menor presencia debido a los golpes recibidos en años anteriores.
Un patrón que se repite en otras regiones
El fenómeno no es exclusivo de Guanacaste. El OIJ ha detectado en los últimos meses casos similares en cantones de la provincia de Limón, como Siquirres, Pococí y Guácimo. Allí, grupos vinculados a “Diablo” han extorsionado a pequeños comerciantes, obligándolos a vender productos de contrabando, principalmente cigarrillos.
En enero de este año, una investigación liderada por el OIJ de Siquirres reveló que algunos de estos extorsionadores daban órdenes desde prisión. En uno de los casos más graves, criminales incendiaron una pulpería en represalia porque su dueño se negó a vender mercancía de contrabando.
La Policía de Control Fiscal (PCF) también ha reportado incidentes en que bandas criminales han usado la violencia para forzar a comerciantes a trabajar con ellos.
Autoridades piden denunciar
Aunque la Fuerza Pública mantiene presencia constante en la zona y ha atendido reportes informales, las autoridades insisten en que las denuncias formales son clave para poder judicializar los casos.
“Lamentablemente, si no hay denuncia, no hay caso. Necesitamos que las víctimas confíen y se acerquen a nuestras oficinas para actuar con fuerza legal”, indicaron desde la delegación policial de Santa Cruz.
Mientras tanto, el temor crece entre los emprendedores turísticos de Guanacaste, una de las regiones que más aporta al desarrollo económico del país y que ahora ve amenazada su estabilidad por la expansión del crimen organizado.