A pocos días de concluir el 2024, Costa Rica registra 845 homicidios, una leve disminución del 4% respecto a las 880 muertes contabilizadas en el mismo periodo de 2023, según datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Si esta tendencia continúa, el país cerraría el año con menos de 900 homicidios, marcando un punto de inflexión en la creciente ola de violencia de los últimos años.
San José (239), Limón (173) y Puntarenas (150) lideran las provincias más afectadas, lo que refleja un patrón de concentración en zonas estratégicas para el narcotráfico y otros delitos organizados.
Evelyn Villarreal, investigadora del Estado de la Nación, atribuye esta violencia al surgimiento de narcofamilias locales y la incursión de carteles mexicanos y colombianos que disputan territorio.
“La transformación de estas narcofamilias, que antes se dedicaban a actividades menores como el contrabando de licor, a actores clave en el control del narcomenudeo ha intensificado los conflictos. Además, los carteles extranjeros, particularmente los mexicanos, introducen métodos brutales que agravan los homicidios”, afirmó Villarreal.
Aunque el narcotráfico es el principal motor de esta violencia, estas organizaciones también operan en actividades como la trata de personas, el tráfico de armas y los préstamos ilegales.
El presidente Rodrigo Chaves ha reiterado su llamado a endurecer las leyes penales para garantizar que los criminales permanezcan tras las rejas.
“Sin un enfoque punitivo más sólido, no se logrará un cambio significativo en esta lucha”, advirtió esta semana.
Desigualdad y violencia
Un análisis del Informe Estado de la Nación subraya que los cantones con mayores índices de pobreza, hacinamiento y menor acceso a educación presentan las tasas más altas de homicidios, especialmente en regiones como el Caribe y el Pacífico Central.
Natalia Morales, investigadora del informe, enfatizó que “la violencia está profundamente arraigada en las desigualdades sociales, lo que exige medidas integrales que combinen prevención y fortalecimiento de la seguridad”.
Un desafío en evolución
Costa Rica enfrenta un complejo panorama en seguridad, con recursos policiales limitados y un aumento de las actividades criminales internacionales.
Aunque las autoridades han desarticulado un número récord de bandas locales, estas parecen ser rápidamente reemplazadas por nuevas estructuras delictivas, alimentando la violencia.
El ministro de Seguridad, Mario Zamora, destacó que, a pesar de los desafíos, las operaciones policiales en Limón han reducido los homicidios en la región.
Sin embargo, señaló que la falta de presupuesto afecta la capacidad de respuesta en otras áreas.
Con una tasa de homicidios de 17,3 por cada 100 mil habitantes en 2023, Costa Rica sigue siendo el tercer país con más asesinatos en Centroamérica, solo detrás de Guatemala y Honduras.
A medida que el año concluye, el país sigue buscando un balance entre prevención y legislación para enfrentar esta creciente crisis de seguridad.