El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) reportó que los hogares donde vive una sola persona pasaron de 9,2% en 2004 a 18,3% en 2024. Se han convertido en uno de los grupos de mayor crecimiento. Además, el tamaño promedio de los hogares costarricenses cayó de 3,7 a 2,8 integrantes en el mismo periodo.
Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIGH), este cambio no solo refleja familias más pequeñas, sino también un aumento de personas que asumen solas todos sus gastos. El sociólogo Roberto Pineda señaló que factores como el incremento de divorcios y nuevas dinámicas familiares influyen en esta tendencia.
La modificación en el tipo de hogar también afecta los patrones de consumo. Los hogares unipersonales suelen priorizar vivienda, alimentación y servicios, generando una distribución distinta de su presupuesto frente a hogares tradicionales. Este comportamiento marca nuevas necesidades en el mercado y en las políticas públicas.
Seis meses atrás, otro informe del INEC ya advertía sobre el impacto del fenómeno en la población mayor. De los 296.000 hogares unipersonales identificados en 2024, el 42% corresponde a adultos mayores. En total, 124.530 personas de 65 años o más viven solas en Costa Rica, siendo las mujeres la mayoría de este grupo vulnerable.

Especialistas del Centro Centroamericano de Población y de la UNA coinciden en que vivir solo no siempre es una elección. La viudez, la falta de redes de apoyo y las limitaciones económicas pueden profundizar riesgos de soledad, deterioro de la salud y dificultades para acceder a servicios básicos.
El avance de este fenómeno representa un desafío regional: Costa Rica, como otros países de Centroamérica, enfrenta una población que envejece rápidamente. Esto requiere políticas de vivienda, cuidados y seguridad social adaptadas a una realidad donde cada vez más personas viven solas.







