Obispo nicaragüense exiliado dice que dictadura Ortega-Murillo es un peligro social

En su homilía dominical, el obispo auxiliar de Managua llamó a resistir con dignidad y denunció la persecución de la Iglesia Católica en Nicaragua.

Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, obligado al exilio por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

El obispo auxiliar de Managua en el exilio, Silvio Báez, reapareció este domingo en la parroquia Santa Ágatha de Miami, una semana después de haber sostenido un encuentro con el papa León XIV junto a otros obispos desterrados por la dictadura Ortega-Murillo.

Durante su homilía, Báez criticó duramente al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, señalando que gobernar sin concesiones ni diálogo convierte a quienes ostentan el poder en “un peligro social”. También cuestionó la división dentro de la oposición nicaragüense e instó al pueblo a mantener la resistencia pacífica.

Si quien tiene el poder en un país piensa que ceder es signo de debilidad, que conceder es siempre perder, demuestra que es un peligro social y que no tiene capacidad ni derecho para ejercer el poder”, advirtió el prelado.

El obispo recordó que los pueblos oprimidos no deben renunciar a su dignidad. “Desde este último lugar, nuestros pueblos deben custodiar tres tesoros que ningún régimen puede confiscar: su dignidad inviolable, su memoria y su esperanza lúcida resistiendo pacíficamente, sabiendo que un día todo será mejor, y la verdad que es más fuerte que cualquier amenaza o propaganda intimidatoria”, afirmó.

En lo que pareció una alusión a los conflictos internos de la oposición, Báez señaló que “querer ocupar el puesto más destacado no nos hace más grandes”, enfatizando que la vida no debe ser una competencia por prestigio o poder, sino un servicio a los demás.

La Iglesia Católica en Nicaragua enfrenta una persecución sin precedentes desde 2018. Según organismos de derechos humanos, al menos cuatro obispos han sido desterrados, más de 300 sacerdotes, diáconos y religiosos han sido forzados al exilio o impedidos de regresar, mientras miles de actos religiosos fueron prohibidos y decenas de propiedades eclesiales confiscadas por la dictadura Ortega-Murillo.

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