El gobierno de Hungría se sumó a la larga lista de países a los que el régimen de Nicaragua ofende a través de cartas de protestas emitidas por el Ministerio de Relaciones Exteriores del país centroamericano.
La dictadura que encabeza Daniel Ortega y Rosario Murillo rechazó la tarde del pasado 1 de septiembre las declaraciones del canciller de Hungría, Péter Szijjártó, por expresar su apoyo a la Iglesia Católica de Nicaragua y a los estudiantes de la Universidad Centroamericana (UCA), confiscada en agosto pasado por el régimen y rebautizada como Universidad Nacional Casimiro Sotelo.
El tono de la nota de protesta del régimen, es igual de elevado, nada diplomático y ofensivo a como se caracterizan los discursos de la vice dictadora Rosario Murillo, pareja esposa de Ortega y vicepresidenta.
“En relación a noticias difundidas sobre declaraciones injerencistas del ministro de Relaciones Exteriores de Hungría, lesionando la soberanía de Nicaragua y entrometiéndose en asuntos propios del Estado nicaragüense, estamos con esta nota protestando enérgicamente por la violación de la Convención de Viena de parte del Gobierno de Hungría”, subrayó el canciller, Denis Moncada.
La nota “diplomática” del régimen de Nicaragua expresa que “desde ese otro continente Hungría pareciera seguir los pasos guerreristas y esclavistas de los imperios europeos” y le reclama “por inmiscuirse en asuntos que ni les conciernen, ni son de su incumbencia”.

La protesta de la dictadura señala que las declaraciones Szijjártó “reflejan ignorancia sobre las relaciones correctas entre estados soberanos y un desmedido afán protagónico que ni les luce, ni pueden tener, según las cartas de organismos internacionales que dan pautas sobre el respeto, la convivencia armoniosa, y sobre todo, la decencia y la cordura para no buscar protagonismos con conductas inmaduras e impropias, a costa de soberanías nacionales”.
Al régimen le molestó que Péter Szijjártó declarara que el gobierno húngaro brindará ayuda a la comunidad cristiana de Nicaragua en vista de las atrocidades que han sufrido bajo la dictadura Ortega-Murillo.
El funcionario dijo que habló por teléfono con el arzobispo Richard Gallagher, secretario de Relaciones con el Vaticano, y después de informes periodísticos de que el gobierno de Nicaragua había tomado medidas para obstaculizar las actividades de la comunidad jesuita y había cerrado la universidad católica más grande del país.
Szijjártó dijo que le comunicó a Gallagher que el gobierno húngaro estaba dispuesto a otorgar becas a los estudiantes que formaban parte de la comunidad
educativa de la Universidad Centroamericana, UCA, que fue la última que cerraron en Nicaragua.
También señaló que consultaría sobre la ayuda a los sacerdotes jesuitas que se encontraban en una situación difícil.
Agregó que “en Hungría al mismo tiempo estamos negociando con los jesuitas sobre el apoyo que se les dará a los monjes en situaciones difíciles”.
Szijjártó Péter aseguró que en la próxima Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, solicitará “el fin de la acción estatal contra la comunidad católica” en Nicaragua.
La violenta nota de protesta de Nicaragua contra Hungría es la tercera en menos de un mes contra otros países, ya que la dictadura usó el mismo tono contra los gobiernos de Colombia y Chile, luego que estos denunciaran el robo de la universidad jesuita.
Bajo la administración sandinista (2007-2023), la cancillería nicaragüense, bajo control de los hijos de la familia Ortega-Murillo, ha desarrollado una política de comunicación internacional agresiva, ofensiva y vulgar que igual ha ofendido a los países centroamericanos con mayor vocación democrática como Panamá y Costa Rica, a como potencias europeas, Canadá y Estados Unidos.
No ha escapado a esa ofensiva verbal escabrosa el Vaticano y el mismo papa Francisco, a como funcionarios de Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos y hasta gobiernos de izquierda como Chile, México, Argentina y otros de todo el mundo.