Nicaragua ha transformado su política exterior en un “trampolín” para la influencia de regímenes autoritarios en Centroamérica, según un estudio del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM) que analiza la trayectoria diplomática del país entre 2007 y 2025.
El informe, titulado “Entre el aislamiento y la alineación autoritaria”, sostiene que la diplomacia nicaragüense dejó de ser un instrumento de cooperación internacional para convertirse en una extensión del aparato de control del régimen Ortega-Murillo.
Aislamiento selectivo
La investigación documenta que la política exterior fue “subordinada a los intereses del clan familiar para perpetuarse en el poder”.
Asimismo, tras la represión de las protestas de 2018, el régimen optó por un aislamiento selectivo que le permitió evadir responsabilidades por violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.
Lejos de responder a las demandas internacionales de democratización, el régimen rompió relaciones con gobiernos europeos y se retiró de foros multilaterales hemisféricos y universales.
“Nicaragua dejó de ser un actor integrador y se posicionó como parte de un bloque en confrontación con el orden democrático”, concluye el estudio.
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Eje autoritario: de Moscú a Pyongyang
CETCAM detalla que la administración Ortega-Murillo consolidó alianzas con un eje de regímenes autoritarios. En 2024, Managua firmó con Rusia un acuerdo militar de diez años que “podría incluir el acceso de fuerzas rusas a puertos nicaragüenses”.
Con Irán estableció un “intercambio de saberes represivos” mediante convenios judiciales, y con Corea del Norte reabrió su embajada en Pyongyang.
China se convirtió en el socio estratégico más influyente tras la ruptura con Taiwán en 2021. Desde entonces, otorgó a Nicaragua más de 567 millones de dólares en préstamos y selló un tratado de libre comercio “en tiempo récord”.
El análisis advierte que esas inversiones responden a objetivos geopolíticos de largo plazo y no a un desarrollo económico sostenible para la región.
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Desafío futuro
El estudio concluye que Ortega ha compensado el aislamiento del mundo democrático con alianzas que comprometen la soberanía del país.
“La diplomacia nicaragüense se ha convertido en un instrumento de supervivencia autoritaria y en un canal para intereses externos que socavan la estabilidad regional”, sostiene CETCAM.
Reconstruir las relaciones internacionales, advierte el informe, exigirá “diseñar una estrategia diplomática, inteligente y honesta, basada en principios democráticos y respeto a los derechos humanos”, un reto que parece lejano del modelo dictatorial de Nicaragua.