El arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, fue el encargado de transmitir el mensaje del Vaticano en Nueva York, donde advirtió que “la situación en Nicaragua requiere garantizar plenamente la libertad religiosa y otros derechos fundamentales de las personas y de la sociedad”.
“La Santa Sede sigue atentamente la situación en Nicaragua y espera que la libertad religiosa y otros derechos fundamentales de las personas y de la sociedad se garanticen adecuadamente”, dijo Gallagher.
Seguidamente, el arzobispo dijo que “la Santa Sede reitera la necesidad de un diálogo sincero, respetuoso y constructivo para encontrar soluciones que fomenten la paz y la armonía en el país” centroamericano.
En su intervención, el representante del Papa León XIV denunció la intensificación de la persecución política y religiosa en distintos países, recordando que más de 360 millones de cristianos en el mundo viven bajo altos niveles de hostigamiento o discriminación.
Según el Vaticano, estos ataques no solo afectan a templos e instituciones religiosas, sino también a comunidades enteras que son blanco de violencia y represión.

Gallagher vinculó esta problemática con los flujos migratorios que atraviesan varias regiones del mundo, en particular América Latina, donde miles de personas se ven obligadas a abandonar sus países por la falta de libertades, la violencia y la pobreza. Señaló que el fenómeno migratorio debe abordarse desde la protección de los derechos humanos, recordando que “nadie deja su tierra por gusto, sino por necesidad”.
El diplomático vaticano también aprovechó el foro de Naciones Unidas para advertir sobre la prolongación de conflictos armados en Europa, África y Medio Oriente. Hizo un llamado urgente al cese de la guerra en Ucrania, la búsqueda de una salida pacífica en Siria, así como a redoblar los esfuerzos por la estabilidad en Haití y el combate al narcotráfico en América Latina.
En relación a Jerusalén, reafirmó que cualquier decisión unilateral que modifique su estatus especial es “moral y jurídicamente inaceptable”, insistiendo en la necesidad de una paz justa entre israelíes y palestinos basada en la solución de dos Estados.
Finalmente, la Santa Sede recordó que su papel seguirá siendo el de dar voz “a quienes no tienen voz” y reiteró que la libertad religiosa debe ser garantizada en todo el mundo como un derecho fundamental, indispensable para la convivencia pacífica entre pueblos y naciones.