En marcado contraste con las celebraciones multitudinarias de décadas anteriores, la dictadura de Nicaragua se prepara para conmemorar el 46 aniversario de la Revolución Sandinista este 19 de julio bajo un estricto esquema de seguridad, escasa convocatoria popular y un respaldo internacional cada vez más marginal.
Lejos han quedado los años en que el 19 de julio —fecha que marca la caída del régimen de Anastasio Somoza en 1979 y el ascenso del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) al poder— congregaba a miles de simpatizantes y atraía delegaciones oficiales de gobiernos de América Latina, Europa y Asia.
Hoy, los actos del régimen sandinista que encabezan los envejecidos dictadores Daniel Ortega y Rosario Murilo se desarrollan en espacios cerrados, con acceso limitado y bajo vigilancia exhaustiva, sin la presencia de líderes internacionales de peso ni respaldo de los países democráticos.
Dictadura de pocos “amigos”
Según fuentes oficiales, entre las delegaciones confirmadas para este año figuran representantes de gobiernos autoritarios como Irán, Rusia, China, Corea del Norte y Libia, así como enviados de Cuba y Venezuela, tradicionales aliados del régimen nicaragüense.
También se espera la presencia de figuras simbólicas o de grupos solidarios vinculados a antiguas luchas armadas, como familiares del líder revolucionario burkinés Thomas Sankara.
El deterioro del 19 de julio como evento político de relevancia regional e internacional comenzó a hacerse evidente a partir de 2018, tras el estallido de la crisis sociopolítica que dejó más de 300 asesinaros a manos de las fuerzas de seguridad y forzó al exilio a cientos de miles de nicaragüenses, según organismos de derechos humanos.
Desde entonces, las manifestaciones públicas están estrictamente controladas, y las movilizaciones masivas cambiaron a concentraciones de trabajadores públicos bajo presión.
“El sandinismo perdió todo contenido revolucionario. Lo que se celebra ahora es la permanencia de una dictadura familiar, con respaldo de gobiernos autoritarios y grupos sin representatividad internacional. Es una conmemoración cada vez más aislada”, dijo el politólogo nicaragüense José Antonio Peraza, actualmente en el exilio.Dictadura celebra con miedo
El acto central de la dictadura de Nicaragua, previsto nuevamente en la Plaza de la Revolución, se realizará con un fuerte dispositivo de seguridad, incluyendo controles de acceso, dispositivos antimotines y presencia de fuerzas parapoliciales.
El evento será retransmitido obligatoriamente por medios estatales y privados, y no se prevé participación libre de la ciudadanía ni cobertura por parte de prensa independiente, la mayoría de la cual opera hoy desde el exilio.
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Pese al ocaso del respaldo internacional, la pareja dictatorial insiste en proyectar una imagen de fortaleza mediante discursos centrados en el enfrentamiento con Occidente y la exaltación de una “nueva multipolaridad”, con aliados que comparten con Nicaragua el aislamiento internacional y cuestionamientos por violaciones a los derechos humanos.
El 46 aniversario de la Revolución Sandinista llega, así, marcado por la represión interna, la censura, el exilio de antiguos sandinistas y una creciente soledad diplomática. De la gesta de 1979 que prometía libertad y justicia, queda hoy una celebración controlada, vigilada y, para muchos, sin alma.