La guerra de la dictadura de Nicaragua contra la Iglesia Católica sigue provocando exilio y destierros de la comunidad eclesiástica: tres sacerdotes más
fueron obligados al destierro al no permitirle el retorno a su patria después de participar en una actividad internacional.
Los desterrados son el padre Tomás Sergio Zamora Calderón, de la parroquia Nuestro Señor de los Milagros de la Diócesis de León y el padre William Mora de la Diócesis de Siuna.
Ambos regresaban a Nicaragua después de participar en la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal, pero la dictadura les prohibió el ingreso mediante el Ministerio de Gobernación, brazo represor del régimen en materia migratoria.
El tercer sacerdote fuera de Nicaragua es el padre Jairo Salazar de Bluefields, Caribe Sur de Nicaragua, quien se exilió por persecución y amenazas en su contra.
“Era previsible -no es normal-, que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo no dejara retornar al país algunos feligreses católicos que asistieron a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), celebrada en Portugal. Nicaragua sigue degradándose a pasos agigantados: Dolor”, tuiteó el periodista exiliado especializado en temas de religión, Israel González.
El destierro y exilio ocurre apenas un día después de terminar la fiesta católica más multitudinaria que se realiza en Nicaragua en honor a Santo Domingo de Guzmán.
La dictadura ha desatado una verdadera guerra contra la iglesia, sus miembros y sus símbolos. Ha expulsado a monjas y frailes, mantiene detenidos a siete sacerdotes, incluyendo al obispo Rolando Álvarez, a quien condenó a 26 años de cárcel.
Además, ha congelado las cuentas bancarias de las diócesis y sus miembros, confiscado bienes y propiedades, mientras se prepara a ahogar y asaltar a la principal universidad jesuita en Nicaragua, la Universidad Centroamericana (UCA).