La Conferencia Episcopal de El Salvador emitió un comunicado en el que expresó su preocupación por la posible reactivación de la minería metálica en el país, una actividad que, según los obispos, podría tener efectos devastadores sobre el medio ambiente, la salud pública y la vida de los salvadoreños. En su mensaje, los obispos reafirman su postura de oposición a la derogación de la ley que prohíbe la minería metálica, aprobada en marzo de 2017, y advierten sobre los peligros inherentes a la explotación minera en un país con recursos naturales ya limitados.
Un país vulnerable al deterioro ambiental
Los obispos reconocieron los avances en materia de seguridad nacional, pero subrayaron que el potencial riesgo de la minería para la salud y el bienestar de la población no puede ser ignorado.
Citando estudios y evaluaciones ambientales previas, señalan que El Salvador es el segundo país con mayor deterioro ambiental en América Latina, lo que hace aún más alarmante la posibilidad de abrir las puertas a la minería metálica.
“El impacto que tendría la minería sobre los ya escasos recursos hídricos de nuestro país sería devastador”, advirtieron, al tiempo que insisten en que la minería no solo afectaría la salud de los salvadoreños, sino que también causaría un daño irreparable a la biodiversidad y a los ecosistemas locales.
Uno de los puntos más críticos del comunicado es la denuncia sobre los peligros asociados con los productos químicos utilizados en la minería. Los obispos explican que la extracción de metales preciosos implica el uso de grandes cantidades de agua mezclada con sustancias altamente tóxicas como cianuro, arsénico, mercurio y ácido sulfúrico. Estos químicos, necesarios para separar el oro de la roca, son letales y permanecen como veneno durante siglos.
“El proceso de extracción genera enormes cantidades de agua contaminada, que se retiene en grandes pilas, pero no siempre de manera segura. Con el tiempo, estos tóxicos se derraman y contaminan los cuerpos de agua, lo que agrava la crisis hídrica y representa una amenaza directa para la vida humana”, alertan los obispos.
El río Lempa en peligro
Otro de los aspectos destacados en el comunicado es el riesgo de contaminación de los recursos hídricos más importantes del país, particularmente el río Lempa, que atraviesa varias regiones del territorio salvadoreño.
Los obispos advirtieron que, si se permite la minería en las zonas del norte del país donde se encuentran depósitos de oro, los contaminantes llegarían con el tiempo a los mantos acuíferos, afectando la calidad del agua que consumen miles de familias salvadoreñas.
A pesar de reconocer la importancia del desarrollo económico, la Conferencia Episcopal hizo un llamado a priorizar la vida y la salud de las personas por encima de los beneficios económicos inmediatos que podría generar la minería.
“La mayor riqueza de un pueblo es la vida de sus habitantes. Esa vida y salud no tienen precio, mucho menos cuando se compara con el oro o los recursos naturales”, subrayan.
El comunicado concluye con un firme mensaje de esperanza, afirmando que el país debe buscar alternativas de desarrollo económico que no pongan en riesgo el bienestar de la población, y que prioricen a los más pobres, quienes son los más vulnerables a los efectos de la minería.