En los últimos tres años, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha tejido un relato de cercanía estratégica con la República Popular China, a la que ensalzan y alaban al extremo de los disparates, como decir que China ayudó a Rusia a ganar la Segunda Guerra Mundial
Desde la ruptura con Taiwán en diciembre de 2021, el discurso oficial ha proyectado una relación “histórica” que promete inversiones millonarias, proyectos de infraestructura y una supuesta inserción de Nicaragua en los corredores comerciales impulsados por Pekín.
Sin embargo, analistas advierten que la realidad dista mucho de la narrativa oficial: los megaproyectos chinos están paralizados, los desembolsos financieros se retrasan y lo único que avanza a ritmo acelerado es la expansión comercial y minera controlada por empresas chinas.
China se consiguió un “socio barato” en Nicaragua
El politólogo y analista de relaciones internacionales Félix Maradiaga sostiene que la alianza entre Pekín y el régimen de Daniel Ortega se ha convertido en un negocio desigual, donde la dictadura ofrece lealtad política y diplomática a cambio de financiamiento oneroso que compromete el futuro del país.
“Más que hablar de promesas cumplidas, lo que ha quedado claro es que China ve al régimen de Daniel Ortega como un socio geopolíticamente barato”, afirmó Maradiaga a Centroamérica360, al contrastar el trato recibido por Nicaragua con las inversiones multimillonarias que Pekín ha destinado a África o al sudeste asiático.
“En el caso de Nicaragua la relación se ha construido prácticamente sin costo para China”, subrayó.
Desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 2021, la llamada “cooperación” se ha traducido casi exclusivamente en préstamos que superan los 1.380 millones de dólares entre 2023 y 2025, con intereses de hasta el 6 % y comisiones elevadas, además de proyectos amarrados a empresas chinas.
Un ejemplo citado por Maradiaga es el préstamo para modernizar el aeropuerto de Punta Huete, cuyo costo pasó de 440 millones a 670 millones de dólares debido a los altos intereses.
Para el analista, la estrategia china no ha significado apoyo financiero real, sino endeudamiento en condiciones desventajosas.
“China no ha ‘ayudado’ a Nicaragua en términos financieros, sino que le ha prestado dinero en condiciones muy desfavorables, beneficiando principalmente a sus propias empresas. En resumen, la lealtad internacional del régimen Ortega-Murillo le ha salido barata a Pekín, y muy cara al pueblo nicaragüense”, señaló Maradiaga.
El señalamiento de Maradiaga se suma a un creciente coro de voces que cuestionan la supuesta “alianza estratégica” entre Managua y Pekín.

Los megaproyectos que no arrancan
El ejemplo más emblemático de este estancamiento es el Aeropuerto Internacional de Punta Huete, presentado por el régimen como una obra que convertiría al país en “un nodo de transporte, logística y comercio internacional”.
Nicaragua entregó en 2024 un adelanto de 103 millones de dólares a la empresa estatal china CAMC Engineering Co., Ltd. (Camce), como “contrapartida” para financiar un proyecto valorado en 400 millones de dólares.
Este requisito, inusual en contratos de este tipo, significó que el Estado nicaragüense asumiera un riesgo financiero considerable sin que hasta la fecha se haya colocado una sola piedra en el lugar.
“No me sorprende, es un patrón consistente con el estilo y desempeño de empresas chinas, que persiguen agresivamente sus propios intereses, y los regímenes que interactúan con ellos con una falta de transparencia, con procesos de supervisión burocráticos débiles, y sin muchas otras opciones son los más perjudicados”, explica el Dr. Evan Ellis a Centroamérica360º.
Ellis, un especialista estadounidense en las relaciones entre China y América Latina, dice que la conducta de las empresas chinas en los proyectos en Nicaragua “son consistentes con otros casos como Venezuela y Bolivia y Ecuador bajo Correa”
“En minería muestran un proactividad impresionante en sacar los riquezas que quieren de la tierra nicaragüense, con falta de supervisión, pero en casos como Punta Huete, cuando se trata de cumplir un trabajo pagado por los nicaragüenses por contrato de endeudamiento, ya han recibido un parte del plata en adelante por condiciones del préstamo, no tienen apuro en resolver la pesadilla administrativa de coordinar con el gobierno de los Ortegas”, explica Ellis, profesor del War College del Ejército de los Estados Unidos.
El anunciado aeropuerto lleva más de un año sin avances y analistas como Pedro Joaquín Chamorro Barrios sostienen que el dinero adelantado podría haber generado más de 5 millones de dólares en intereses si se hubiera invertido a una tasa conservadora del 5% anual.
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Sin energía china
Otro ejemplo es la planta fotovoltaica El Hato, en Ciudad Darío, Matagalpa, valorada en 174,7 millones de dólares y con una capacidad proyectada de 67,8 megavatios.
A pesar de su inauguración simbólica en marzo de 2025, los informes de ejecución presupuestaria confirman que no se ha registrado ningún desembolso por parte de la empresa China Communications Construction Company Limited (CCCC), encargada de financiar y construir la obra.
Incluso proyectos de menor escala, como las tres esferas de almacenamiento de Gas Licuado de Petróleo (GLP) financiadas por 27 millones de dólares, permanecen sin avances.
En todos los casos, los desembolsos chinos previstos para el primer semestre de 2025 —incluyendo 118,8 millones de dólares para el aeropuerto, 15 millones para el Sistema Nacional de Respuesta a Emergencias (Sinapred) y 13,3 millones para Enigas— no se han concretado.
“Cuentos chinos” y la pérdida de credibilidad
Para el economista Enrique Sáenz, todo lo relacionado con China “es más una narrativa oficial que realidad, son cuentos chinos”.
En declaraciones a La Prensa, Sáenz sostiene que la dictadura busca proyectarse como enemiga de Estados Unidos y aliada de potencias como China y Rusia para recrear la épica de los años 80.
Sin embargo, las inversiones reales no corresponden a esa retórica. Según el economista, la estrategia global de China en América Latina se enfoca en sectores extractivos como minerales, petróleo o tecnología, no en megaproyectos de infraestructura sin rentabilidad evidente.
Sáenz subraya que “las inversiones chinas no aparecen en los informes oficiales ni en los presupuestos” y que, de existir, deberían reflejarse en el Banco Central como créditos o deuda pública. El resultado, dice, es “una pérdida de credibilidad del discurso oficial” que se refleja en las migraciones masivas de los últimos tres años.
El sociólogo Óscar René Vargas coincide en que Ortega “vende proyectos de humo” con el fin de generar ilusión entre la población.
Para Vargas, las inversiones chinas en Nicaragua se limitan a operaciones comerciales y mineras “de poca monta y recuperación rápida”, muy lejos de las inversiones estratégicas de largo plazo que China desarrolla en otros países como Perú.
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Delegaciones y promesas sin ejecución
El desfile de delegaciones oficiales entre Managua y Beijing ha sido constante. En julio de 2023, Laureano Ortega se reunió con el vicepresidente Han Zheng y el canciller Wang Yi, así como con empresas como Camce, PowerChina y Yutong.
En marzo de 2024, Managua recibió a representantes de la Asociación del Pueblo Chino para la Paz y el Desarme, y en mayo de 2025, la delegación nicaragüense participó en la IX Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, con encuentros con CITIC Group, China Mobile y CEIEC.
Sin embargo, estos encuentros, que el régimen presenta como hitos diplomáticos y comerciales, no han producido desembolsos concretos ni avances físicos en los proyectos estrella.
La última reunión conocida, en agosto de 2025, entre la embajada nicaragüense y altos ejecutivos del CITIC Group, se limitó a “explorar oportunidades conjuntas”, sin anunciar inversiones verificables.

Concesiones mineras y leyes polémicas
Mientras los proyectos de infraestructura permanecen congelados, el avance de empresas chinas en el sector minero es evidente. Pedro Joaquín Chamorro denunció que al menos dos concesiones mineras se han otorgado en áreas protegidas como la reserva Indio Maíz, con un alto costo ambiental y en detrimento de comunidades indígenas.
A ello se suma la polémica Ley de Confiscación de la Franja Transfronteriza, que otorga al Estado el control de 15 kilómetros a lo largo de las fronteras norte y sur.
Según Amaru Ruiz, presidente de la Fundación del Río, la norma afecta a comunidades indígenas y afrodescendientes que poseen títulos de propiedad y pagan impuestos municipales.
La ley prohíbe vender, inscribir o enajenar terrenos en un área de aproximadamente 18.000 km², lo que para críticos es un “asalto masivo” a la propiedad privada bajo el pretexto de defensa territorial. En la práctica, esta ley facilita el acceso de empresas chinas, únicas que parecen asumir el grave riesgo de invertir en Nicaragua, a zonas ricas en recursos.
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Entre la retórica antiimperialista y la dependencia de EE. UU.
Paradójicamente, mientras el régimen sandinista presume su alianza con China, la economía nicaragüense mantiene una dependencia estructural de Estados Unidos.
La mayoría de las remesas, turistas, importaciones de hidrocarburos y comercio exterior provienen del mercado estadounidense. Para Sáenz, este es un “contrasentido” que expone la distancia entre el discurso ideológico y la realidad económica.
Vargas añade que la relación con China debe entenderse en clave geopolítica, no ideológica: “Ortega quiere vender que la relación es ideológica, pero en realidad responde a intereses económicos y estratégicos de Beijing, no al bienestar de Nicaragua”.
Lo único tangible, la invasión comercial china
Tras más de tres años de relaciones diplomáticas reanudadas, los megaproyectos chinos en Nicaragua siguen en el papel o en ceremonias de colocación de primeras piedras sin continuidad.
Los desembolsos prometidos no llegan, los contratos están redactados en términos ventajosos para las empresas extranjeras y el país asume riesgos financieros inéditos, como el adelanto millonario para el aeropuerto de Punta Huete.
En contraste, lo único visible y en expansión acelerada es la presencia comercial china. Según un reportaje de Confidencial, el mercado nicaragüense ha visto una invasión de productos y negocios chinos —desde grandes almacenes hasta comercios minoristas— que operan con ventajas fiscales y regulatorias otorgadas por el Estado.
Esta competencia desleal está ahogando a la pequeña y mediana empresa nacional, incapaz de igualar los precios y las cadenas de suministro que China controla.
Así, mientras las promesas de infraestructura se diluyen en el tiempo, el impacto real de la relación con Beijing se mide en el cierre de negocios locales y la creciente dependencia de importaciones baratas.