Desde la independencia de América, tanto de la anglosajona como de la española no se habia producido un hecho social tan grande como el que actualmente enfrenta, su segunda Independencia, esta vez liberándose del flagelo del narcotráfico, el terrorismo, el narco estado y las dictaduras comunistas. Ellas en su conjunto, conforman la epidemia más grande que el continente entero ahora, con la cruzada estadounidense por liberarla de estos males, enfrenta. La Batalla Cultural contra todo lo que huele a Marxismo Cultural y Crimen Organizado está en pie de lucha.
Pero a estos demonios no será fácil destruirlos, salir de ellos. Por una parte es una guerra contra un sistema errático y fracasado, el marxismo socialista, tropicalizado por Fidel Castro y sus compinches en Latinoamérica, aunque también en Estados Unidos, aún nutridos por la parafernalia propagandística de la izquierda global que aún logra convencer a los más ingenuos de la especie humana, de que la redención hacia los pobres nace y muere con ellos.
Este sistema conocido como el “Socialismo del Siglo XXI” o “Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA), aunque obsoleto y moribundo, aún aletea gracias a la explotación de las riquezas naturales como el petróleo en Venezuela; cogobernado por Cuba y sus satélites pro rusos establecidos en países como Honduras, Bolivia y Nicaragua, alimentados por los excedentes del tráfico de cocaína hacia Estados Unidos y Europa y mantenidos en el Poder por la bárbara represión.
El otro elemento también poderoso para salir de esta peste política, tan fuerte como su sostenibilidad en el Poder y sus métodos aberrantes de dominio social, es el teórico, representado en ejes como la educación, la cultura, la propaganda política y el desprestigio a los valores esenciales del capitalismo —sobre todo el de los Estados Unidos de América, envenenando conciencias en universidades y otras entidades como los sindicatos—, también confluyen en este radar como víctimas el liberalismo y el conservatismo clásico hasta los más recientes como el movimiento “woke” en Norteamérica, el recurso del narcotráfico para garantizar sus subsistencias y la inoportuna presencia, también de origen mafiosa, de grupos de acaudalados millonarios de izquierda como George Soros.
Es contra todo esto que hoy día se libra esta guerra, considerada como la Segunda Independencia de América. Si bien es cierto que la Conquista trajo una serie de cambios que lograron la inserción de lo que Cristóbal Colón llamó “Las Indias” ante la civilización establecida, logrando esa fusión dura y a la vez grande entre el Nuevo Mundo y Occidente, aún no se ha logrado el despegue social y económico del nuevo continente en general, dejándola apenas como una postal al aire de ser esta la Tierra de “La Esperanza”.
Más bien, la llegada del comunismo ha traído atraso económico y desestabilización social, sobre todo en Latinoamérica y El Caribe. Las frías estadísticas, la sangre derramada y los datos no dejan mentir.
Corresponde pues ahora, no solo al presidente Donald Trump sino a toda la ciudadanía continental apostar y apoyar esta lucha, la cual no solo es retórica ni conceptual, sino humana y necesaria para que nuestros pueblos, que no han gozado de la Libertad y la democracia debida, sepan los bueno que es vivir en ella para alcanzar la paz y la felicidad social.
Que bien que países como Paraguay, Ecuador, República Dominicana, Surinam, El Salvador y otros como el estado libre Asociado Puerto Rico, respaldan esta lucha titánica antiterrorista y antinarcótica, seria bueno que otros lo hagan como la tibia y pacífica Costa Rica y otras más.
Que la “Batalla Cultural”, concepto creado por el sociólogo James Davison Hunter en su libro”Guerra Cultural” y popularizado sobre todo en Hispanoamérica por el brillante escritor Agustin Laje en su libro de ese mismo nombre y otras obras, sea el detonante para la victoria de esta Batalla Final por el bien contra el mal.